'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Vivir el juicio


Cada quien ha vivido el juicio a su modo; yo lo he vivido celularmente.

Desde el día uno fue importante para mí asumir este reto tectónico, hipercívico; adherirme a esta formidable pasión social. No evasionar: no replegarme en una de las formas de la cotidianidad: no apartarme de la historia viva: posicionarme.                   

Fui otro de los beneficiados del streaming. No se dio el día en que no escuchara el juicio. Ciertos días lo escuché tanto –cuatro, seis horas, mientras trabajaba. Otros solo pude escucharlo una hora o menos, cuando el trabajo de plano me lo impedía. 

Y a la par de escuchar el juicio, he dado mi opinión respecto al mismo, en esta columna, en tantas conversaciones anfetamínicas, en fb, en donde el feedback es ya masivo, instantáneo, extásis. Nada como escribir posts en voltaje –urgente, volterianamente. La opinión es activismo, a no dudarlo. Hay quienes aprecian los propios criterios, quienes los desdeñan. La disensión es buena, es néctar. El ejercicio es mantener la apertura, alteridad, tolerancia –el zen. Nada de ira. La ira es el enemigo. El arte de navegar con maestría entre las malas vibras. Lo cual no quiere decir que no podamos ponernos claros o punkis. Sobre todo poner los límites, cuando alguien dice lo falso, tuerce lo dicho, cuando hay irrespeto.

También a veces tomar distancia del proceso, para preservar el balance y recargar batería. No podemos permitir que esta clase de asuntos nacionales, por muy importantes que sean, nos enfermen. Lo que la nación necesita son sujetos sanos –como brotados de un poema de Walt Whitman.


(Columna publicada el 25 de abril de 2013.) 

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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