Arriba
Si tu camino
no se corta, tu camino no lleva a ningún lado.
Nos han dicho
que la religión no es más que el dedo que señala la luna: de allí la
importancia de no quedarnos viendo el dedo, como idiotas.
Un sendero
dármico auténtico es aquel que nos da los medios para que nos independicemos de
su propia autoridad, en el acto desmantelándose a sí mismo.
En la madurez
espiritual nos apartamos de todas las formas, por muy sublimes que sean. La
religión–útero hay que rasgarla con cuchillo desde abajo y desde dentro, para
así nacer, entre la sangre, hacia arriba.
El final del relato religioso consiste en dar la religión misma en holocausto. La
religión produce un gran fuego y en ese fuego arde la propia religión.
Dice Surya
Das: “¿Para qué ser budista cuando puedes ser un Buda?”
No vamos a
rechazar con desdén las formas religiosas, sino que las vamos a trascender: es
distinto. Hay un mérito de hecho aprender de ellas, guardarlas y respetarlas;
pero no las llevamos a cuestas, gravosamente, porque para viajar en el Espíritu
lo mejor es viajar ligero, más allá de autoridades, medios y clubes religiosos.
Cualquier clase de intermediación debe ser superada, en pos de la experiencia
directa de lo real.
Así es como entramos
de lleno en el misterio. El misterio y la duda sagrada atropellan una a una
todas las configuraciones. Nos desapegamos de figuras y mentores, ejercicios
espirituales, prendas litúrgicas y objetos devocionales, incluso de nuestra
necesidad de estar cosidos a otros como nosotros, y así, desnudos, nos damos a
lo más libre. Hay humor místico y desmesura. Nos echamos a reír.
3 comentarios:
Este blog es tuyo también?
http://dulcesytraumas.blogspot.com/
No, no es mío.
No, no es mío.
Publicar un comentario