Compromisos
Cuando el
General Poroto dice que no posee acreedores electorales nos quiere ver largamente
la cara de pendejos.
Lo dice en el
momento menos verosímil, además, cuando finaliza su primer año de gobierno,
cuando toca reafirmar lealtades a los usureros electivos usuales y miembros de la
fraternidad de turno.
Un año es el
plazo presumible que dan a un presidente para emplazar su situación y levantar
el mapa del lugar. Luego de eso recibe visita taxativa del Fantasma de las
Navidades Pasadas.
Con el segundo
año, la presión sube por parte de prestamistas, que son retahíla, y por parte
de los asociados del club–clan. Lo que se pide son mensajes fuertes, como aquel
que se dio respecto a la CIDH.
En el caso de
Poroto, allí están los compromisos adquiridos con el empresariado, de un lado; de
otro, la deuda hereditaria con la cofradía castrense; y luego también ciertos débitos
a mantener de orden internacional (todos esos intereses extranjeros a complacer,
sobre todo en lo tocante a recursos naturales). Además, el gobierno tiene que ofrecer
un par de becerros en holocausto a los observatorios democráticos.
La
indemnización política se va notando en un plan que incluye el atizar alguna
ley clave, en la migración y flujo de puestos concertados, y en ciertos cambios
institucionales de calado.
Luego ya
empezamos a sentir cómo una cierta actividad preelectoral empieza a implantarse
(con los adversarios haciendo componendas avanzadas) con lo cual es excelente
momento para reafirmar fidelidad a los sustentadores y financistas y abrir
lobby con nuevos prospectos, que también desean comer pastel.
(Columna publicada el 17 de enero de 2013.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario