Trono y alcoba
El General David Petraeus dimitió de su puesto como director de la CIA, en teoría a raíz de un caso de adulterio con su biógrafa. La esfera oficial y la esfera íntima se mancuernan para dar dramas excepcionales, inventados o no, y hasta monumentos monstruosos como el Taj Mahal.
Claro, hay países más laxos que otros. En Francia, lo que haga una
figura de poder con su conducto espermático no es tan escrutado como en los
Estados Unidos. Aunque eso parece estar cambiando, y prueba de ello es el grado
de examen que ha recibido una figura como Dominique Strauss–Kahn, acusado de
violador, de libertino, de tener una proclividad por los eventos orgiásticos
más finos, más coches.
Hay una suerte de interzona que se da entre el trono y la alcoba.
Entre ambos campos operan transferencias kármicas significativas. A muchos el poder estatal y el stardom les
arruina la relación con su pareja. De recíproca manera, están esos a quienes la
vida privada les representa un costo administrativo enorme. ¿No son inclusive
el poder privado y el poder soberano una sola cosa, los dos lados de una misma
guillotina? De allí que se hayan visto casos de esposas que dirigen países,
mientras cocinan el soufflé.
Ocurre muchas veces que si te quieren derrocar del poder, te
inventan una historia íntima sórdida. Y si te quieren derrocar de la cama, te
inventan un relato gubernamental deleznable. Justamente, por estos días también
se está debatiendo mucho el caso de la reciente directora de la BBC, Helen
Boaden, que acusó a un funcionario –al parecer falsamente– de pedofilia. Un despelote.
(Columna publicada el 15 de noviembre de 2012.)
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