Ni hermosa ni maldita (II)
La antología Ni hermosa ni maldita reúne autores de
la más recientísima generación literaria. Aunque a saber si es correcto hablar
de generación, puesto que aquí lo que hay es una zona cronológica nebulosa con
por lo menos tres momentos, y quizá más.
Así pues es de
tener cuidado si vamos a meter en un mismo saco a un Francisco Alejandro Méndez
–nacido en el 64– y a un Rodrigo Fuentes –nacido en el 84–. Que no quiere decir
que no se pueda hacer, pero haciendo las distinciones necesarias.
Muy atinada
por cierto me ha parecida la decisión de colocar a Méndez en este grupo de
escritores. Es correctísimo decir que él
es –por temática y estética– el primer escritor repertoriable de la literatura
nueva que se busca aquí delinear. Luego ya vienen aquellos escritores de la
llamada Generación X (es una estúpida pena que así a veces les llamen, nos
llamen). Y luego podemos hablar de una nueva camada de escritores que ha venido
apareciendo recientemente, constituida por autores muy jóvenes, o bien no tan jóvenes,
pero que hasta ahora se están haciendo notar.
Y una cuarta
categoría: los insulares: no pegan realmente en ninguna clasificación
cronológica, temperamental o parlamentaria: eso los hace interesantes.
Relatos los
hay buenos. Los hay memorables. Y los hay brillantes (y aquí estoy pensando
específicamente en Rodrigo Fuentes y Eddy Roma). Y luego esos que de plano no
debieron entrar en la selección. No consiguen con todo destruir el aporte
general del libro, por demás valioso.
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