Bonzo (I)
Foto 30 llega este año –este mes–
a su edición número diez. Ligado a tal evento cultural, se llevará a cabo un
simposio (“Fotografía, imagen y poder”) que corre a cargo de la siempre atinada
Rosina Cazali.
Rosina por
cierto me invitó a uno de los conversatorios (el que lleva por nombre
“TU–MI–IMAGEN”), pero le dije no, porque estaré fuera de la ciudad durante esos
días. Y lástima: la idea de la charla me pareció, bueno, interesante: hablar de
una foto que ha tenido un particular impacto en mi imaginario personal.
Le escribí a
Rosina para declinar la invitación, pero ella de todos modos me instó a
escribir algo, y eso hago, para esta columna.
Elegí aquella
foto que tomara Malcolm Brown –misma por la cual le confirieron un Pullitzer– y
que captura al monje budista Thich Quang Duc autoinmolándose. Por cierto que
Brown murió el 27 del mes pasado, razón de más para recordar su imagen.
La
autoinmolación ocurrió en el año 1963, como protesta a la discriminación
religiosa impuesta por el régimen survietnamita, en un clima político bastante
volátil. El monje está en posición de loto, enguantado por un detallado halo de
fuego, el recipiente de la gasolina a un lado, en segundo plano un automóvil de
la época, y en tercero los espectadores, enguantados ellos quizá por un asombro
inefable.
Thich Quang
Duc se sentó sobre el cojín de meditación, permitió que otro monje lo bañara en
gasolina, prendió el fósforo boreal. Como dicen los testimonios, el monje no se
inmutó durante todo el proceso: se encontraba en estado de samadhi o quiescencia
perfecta. Sus últimas palabras fueron un mantra para el Buda Amitābha.
(Columna
publicada el 13 de septiembre de 2012.)
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