'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Sin abandono

Voluptuosa, salvaje, orgullosa, sacramental: la lucha del ser humano por crear condiciones permanentes de dignidad –y federar un esfuerzo común– nunca deja de ser inspiradora. Ese anhelo votivo por subir de lo pedregoso, retar las energías crepusculares, algo contiene de inmenso, irrecusable.

También hay allí una buena dosis de locura: mucho de lo que damos por pétreo es polvo, y el petróleo que nos mantiene en movimiento está hecho de los cadáveres de los dinosaurios.

Monumentos, héroes, razas, guerras, tratados, inmuebles, clamores, dioses, civilizaciones, romances, genéticas, forjas, legislaciones, coaliciones, supernovas, coros, espadas, economías y ángeles han caído, una y mil veces. Y seguirán cayendo, puesto que su destino es caer, hasta el fin de los tiempos.

No hay institución o constitución que esté por encima del cambio. El cambio es la ley que está por encima de todas las leyes, y que hace que nuestros padres y nuestros hijos se apaguen en madrugada ardientes. “La Naturaleza es una celestina, el Tiempo es un destructor y la Muerta es una asesina”, dice Bernard Shaw.

La democracia –esa democracia, que nos ha costado siglos, sangres– puede quedar pulverizada en un solo momento; bastaría con que un asteroide de suficientes dimensiones colapsara en la corteza terrestre para que Atenas, Rousseau, la Revolución Francesa, los Padres Fundadores, y cada una de las luchas sufragistas quedasen enterradas bajo el polvo denso de la nada.

Y aún así, se precisa seguir; y defender lo construido; y vigilar. El reto intraducible: obrar, seguir obrando, sin esperanza, pero a la vez sin abandono.


(Columna publicada el 7 de junio de 2012.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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