Aikido
Sería una
lástima que los tecnócratas, los asesores, los políticos echen a perder una
oportunidad única, malogrando cualquier anteproyecto de despenalización.
Y aún peor que
los moralistas desinformados impongan su punto de vista. Me refiero a los que
creen que la despenalización trae más acceso a la droga, cuando no hay más
acceso que el actual. Ya no es mi estilo, pero si lo quisiera podría salir en
este momento de mi casa, caminar cuadras nomás en determinada dirección, y comprarme
un par de grillos. Más fácil que ir a un regular Súper 24. Y yo no vivo en zona
roja. Hay quienes llaman por teléfono y piden su narcótico de predilección a
domicilio, como una hawaiana, sin que nadie se entere. Por estos días,
posiblemente todo funcione vía twitter y mensajitos de texto.
No se puede
perder la claridad en este asunto, y la claridad es lo que ya dijera William
Burroughs en Drugstore Cowboy hace
muchos años: “Yo predigo que en un futuro cercano la derecha va a usar la
histeria de la droga como un pretexto para montar un aparato de policía
internacional”. Dicho y hecho. El imperio quiere ganar la guerra a la droga,
pero resulta que la droga es el imperio. Por tanto hay que salirse de la lógica
imperial –la del vencedor.
Me gusta
observar cómo se recuperan los adictos: solo dejan de consumir cuando se rinden
en el campo de batalla. Algo de lo cual las sociedades podrían aprender un
resto. La despenalización (estoy usando aquí el término genérico de cualquier
práctica que tiene a subvertir la relación polarizante con la droga) funciona
como el aikido: se utiliza la energía del oponente, para así neutralizarlo.
(Columna
publicada el 26 de abril de 2012.)
1 comentario:
La despenalización es lo de menos.
Lo complicado viene después. La regulación, el registro, los controles sanitarios y fiscales, etc.
No estoy seguro todavía de que los narcos les guste la idea de registrar y declarar la renta, facturar su producción, someterse a controles fitosanitarios, etc.
Igual como ocurre con el abuso de las drogas legales (alcohol, tabaco, etc.), existe un alto costo en salud para atender y rehabilitar a las personas, (el cual pagan todos, incluyendo a los que no consumen), para cubrir esos costos, las drogas tendrían que pagar además del IVA otros impuestos para cubrir esos costos sociales (que actualmente no pagan por razones obvias).
Igual que cualquier sustancia psicotrópica su distribución no sería tan discrecional como se piensa, tendría que regularse a quién y en qué cantidad se distribuye a cada persona, por lo que los distribuidores y comercializadores tendrían que ofrecer un registro minucioso de a quién venden, cuánto le venden, etc.
Finalmente, habría que trabajar mucho a nivel de sensibilizar a la población, por un lado, para que el consumo libre y despenalizado no se interprete como un cheque en blanco; y por otro lado, para que sectores que rechazan la medida, no sientan que el mundo se cae a pedazos, sino que pueden hacer mucho por promover el consumo responsable, o el no consumo por la vía de la persuasión y la educación (igual como se hace con el licor y el tabaco).
En fin, pienso que el asunto trae muchas cosas que es bueno tener en cuenta.
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