Los idos y los muertos
Primero Recinos, luego Banús, después Luz Méndez.
La república misma de la tristeza.
Recinos, el verdadero artista guatemalteco, con aspecto de rabino,
en típico. El Teatro Nacional fue lo mejor que nos dejó, y nada envidia a los
mejores teatros del mundo.
Ramón, afectuoso y anfitrión. Su muerte me parece que merecía más ruido.
En sus cuadros y dibujos, se movía anfibio lo mismo en la fantasía que en la
realidad.
Luz, tan nerviosa y tan luz. El compromiso con la palabra. El
norte guerrero de su lucha.
Así como ellos, otros irán dejándonos. Pero antes que lo hagan, que
sientan y sepan lo importante que son para nosotros. Personas como éstas hay
que merecerlas, lo cual quiere decir: conseguirles mejores y más dignas
condiciones de trabajo... enmarcar, preservar, emanar vehementemente sus legados...
excitar toda suerte de comentarios críticos, documentales y homenajes…
Es verdad que entrevisté a Recinos, a Ramón, a Luz Méndez –varias
veces creo– pero nunca realicé con ellos la Madre Entrevista que me hubiera
gustado. Ideal habría sido conversar con ellos en “Dos más uno”, ya no se pudo.
En fin, eso solo me dice que tengo que apurarme en entrevistar a los que nos
quedan, antes de que les caiga un satélite, se mueran de cirrosis, se corten
las venitas, o se mueran de decrépitos.
Ya me confirmaron para los próximos meses: el maestro Roberto Cabrera,
Regina Galindo, González Palma. Tengo que pedirle a Joaquín Orellana que me
acompañe, en su año. Y por cierto: la otra semana, cerrando el ciclo de
periodismo, entrevistaré a Ana Carlos y Harris Whitbeck. En Sophos, a las 18:30
horas, el lunes 26.
(Columna publicada el 22 de marzo de 2012.)
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