'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Cine y poder

El cine presencia el poder. Así Welles secularizando a un Randolph Hearst en el Ciudadano Kane. O si vamos a filmes más recientes, por ejemplo de la última camada del Oscar, los retratos de un Hoover y de una Thatcher.

No es que sean siempre personas las representadas: pueden ser contextos o sociedades enteras, que ni siquiera tienen que ser objetivamente reales, como en Metropolis.

El cine además de representar el poder es poder en sí mismo. No se limita a contemplar las fuerzas en juego desde una segura zona externa. Es ya completamente responsable de generar situaciones, armando cruzadas narrativas de imagen/sonido, provocando así una catexis determinada en el espectador.

La llamada magia del cine ha servido mucho a los poderes centrales. El caso de Leni Riefenstahl. Pronto veremos la faz de una neoRiefenstahl –y la propaganda de un NeoGoebbels– para la era de la volatilidad videointernética.

Otras veces, el cine transmite el poder de los antipoderes, de aquellos que no tienen voz en las decisiones consensuadas. O de aquellos que tienen voz pero que están igual inconformes. Se supone que en esta última categoría entran un Sean Penn, un George Clooney, hace poco arrestado frente a la embajada de Sudán. No estamos hablando ya del cine solo como lenguaje artístico sino como proceso épico–estelar. 

En ciertos casos, el cine se mueve en zonas fronterizas, sin garantías: no se sabe a quién sirve. Ejemplo: Kony 2012. El problema con la viralidad es que ignoramos de donde realmente viene, y en muchos casos a donde realmente va.
                                                           
                                                           
(Columna publicada el 29 de marzo de 2012.)            

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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