'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Más hormigas

Desde el huracán crepuscular, las hormigas. Con su infinitud millonaria de patitas obscurecidas, mas allá de cualquier estadística humana. No habituales hormigas, sino medio satánicas, pues estas hormigas, no sabemos cómo, se lo hartan todo. Dejan tras de sí un sabor dulzón y químico a muerte, un blues de ausencia y defoliación. Hormigas que se comen las ciudades; y se comen cómo no las carreteras que llevan a las ciudades; y se comen a los mismísimos albañiles que construyen las ciudades. Estos formícidos almuerzan las recias mansiones de la muscular oligarquía local pero también roen los cachivaches de los pobres sin balada tan chupados por la vida. Es una supernova de antenas recorriendo glandularmente las calles, socializando su hambre metafísica, navegando en los malls, subiendo y craquelando los edificios, de lo alto a lo bajo y de lo bajo a lo gris, desintegrando las guitarras de las bandas de mechudos sin talento, secuestrando a secuestradores, castrando concisamente a violadores, quitándole de vuelta el níquel a las mineras, licuefaccionando las ametralladoras de los narcos, mascando a tantos estériles futbolistas. Se podría pensar que estas hormigas –cabeza, tórax y abdomen– tienen una misión buena, sana y justiciera en la vida, que fueron enviadas por el Ser para desmantelar lo Injusto, pero semejante programa es imaginario, pues en realidad estos insectos (tan intercalados, tan ápteros) se comen lo malo pero también lo mejor: engullen las ruinas arqueológicas, destazan y devoran las siembras, o mastican las carretillas de chancropanes, también llamados “chucos”. Ay, todo se lo están hartando.  


(Columna publicada el 8 de marzo 2012.)

1 comentario:

Germán Hernández dijo...

Lo he disfrutado mucho. Antes que las hormigas lo devoren.

Saludos

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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