'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Prosas cabareteras

Si mis cálculos están correctos, Buscando a Syd cumple este año una década de respirar. Estas columnas, estas prosas cabareteras, me han dado un pequeño público, una pequeña voz.

Uno viene a entretener. Uno es como Panchorizo haciendo sus malabares. En mi caso, malabares gramáticos. Los columnistas no podemos perder de vista nuestro rol bufón en los diarios. De lo contrario, corremos el riesgo de alucinar que el curso kármico de la nación recae sobre nuestros hombros, una superchería absoluta. Odiosos esos periodistas que tienen el arquetipo héroe subido hasta la coronilla y redactan sus columnas con escalofriante solemnidad mesiánica, un moralismo insufrible y un analretentivismo ideológico que les va a traer en el futuro problemas de salud. Consciente o inconscientemente, se han adjudicado la labor de salvadores en todas sus actividades periodísticas, y este complejo crístico les pudre el estilo, o a lo mejor ya lo tenían podrido desde siempre. En las redes sociales, hay entidades equivalentes que ya ni llegaron a periodistas, y nunca, pero nunca, cierran el hocico. Es que no paran de alegar.

Mejor sería aceptar de una buena vez la naturaleza cabaretera de nuestro oficio. Ideas y adjetivos. Estamos aquí para amenizar. Cuando me estoy poniendo demasiado solemne en Buscando a Syd, trato de cortar de tajo con una mínima imbecilidad, un toque levemente Poncela, que vodevilize nuevamente mi atmósfera columnística, y me recuerde mi identidad charlatana y corcovada, la de un fantoche clown que saca retruécanos patéticos de un sombrero añejo ya.


(Columna publicada el 1 de marzo de 2012.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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