'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Nada que ver

No me hago bolas con eso de envejecer, no me importa envejecer, envejezco. Envejezco incluso rápido. A veces me da la impresión que más descaradamente que otros. Será mi naturaleza ectomórfica, nerviosa, artaudiana. En todo caso, lo cierto es que mi rostro ya no será confundido, en adelante, con algo de verdad mirable. Estas arrugas pariéndose. Estas canas, ya.

Hoy me encuentro en una posición en donde superé en edad a mis héroes muertos. Eso pensaba el sábado en la noche, mientras veía en TCM la película de Clint Eastwood sobre Charlie Parker. Parker murió a los treinta y cuatro. Cuando yo tenía veinte pensaba que individuos como él estaban más cerca de la eternidad que cualquiera. Pero resulta que ellos se metieron un escopetazo, o se ahogaron en su propio tibio vómito. Lo único que tenían era talento. Lo cual ahora me da mucha ternura.

Cosa bonita de envejecer es desmitificar empíricamente eso de que los viejos saben algo que los demás no saben. Se precisa desenmascarar la mitología del anciano adamantino. La mayoría de ancianos no han hecho otra cosa que acumular herrumbre y excrecencias. No entienden más el misterio del ser que un recién nacido, aunque han amalgamado un montón de palabras, gestos, tonos, y algunos, los más sofisticados, formulaciones filosóficas y doctrinales muy complicadas con las cuales pretenden convencernos de lo contrario. La experiencia como ignorancia especializada.

Satie lo sintetizó de esta manera: “Cuando era joven me dijeron: ya lo verá usted cuando tenga cincuenta años. Ahora tengo cincuenta y no he visto nada.”

Satie no vio nada porque no había nada que ver.


(Columna publicada el 9 de febrero de 2012.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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