'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







A la calle

Muchos se pasan la vida sin cerrar el maldito pico, como las guarrachicas de Jersey Shore. Es que no paran de hablar o de moverse. La humanidad lleva por dentro esa decoradora maniática empecinada en redistribuir el mobiliario del orbe y así hallar esa soñada fórmula quintaesencial que lo hará por fin habitable.

Los sabios (y no me refiero a los que necesitan construir un acelerador de hadrones de 6,000 millones de dólares para entender la realidad, mientras los pobres miran) nos recomiendan otra cosa. En lugar de tratar de cubrir de cuero todos los caminos del mundo, optemos mejor por ponernos zapatos. O dicho de otro modo, hay que ordenar la propia consciencia, cuyo parecido a una casa de putas es fascinante. Yo les sigo el consejo, a estos Yodas, y en eso he estado, durante cinco años, que es la edad del hijo que no tengo. O sea que dejé de ir a los conciertos, a las fiestas, a las pequeñas reuniones de formica. Me senté en un zafu, y me puse a trabajar. Tan distinto a ver un millón de reels proyectados en una pantalla neurótica en un cuarto sin nadie, con los genitales tapados con una servilleta, a lo Howard Hughes.

Ahora bien, tampoco soy maje, y mi intención dista mucho de quedarme solo. Por eso últimamente he estado consintiendo en mí la posibilidad de emerger del tupperware y socializar de nuevo, salir a la calle sebosa, tan triste y tan alegre, y dar y recibir abrazos. Patojos no, que no doy para tanto. Pero sí recuperar el mundo, sin perder la calma.
                                               

(Columna publicada el 8 de diciembre de 2011.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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