'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Intervención

Por tradición es que uno escribe contra la Navidad. Mantengo esta costumbre folkórica antinavideña como otros mantienen la costumbre de coordinar una degollina tecnificada de chompipes para luego engullírselos en grandes sesiones de hartazón y adiposidad grotesca, eso sí dando gracias por la vida, y con lágrimas en los ojos.  

No hay idea más corporeizada que la Navidad, mito o fantasía minuciosamente convertida en sensación –por tanto en deseo– por el mercado.

Cuando alguien me dice “ay qué linda la Navidad” yo me introduzco –por virtud de una técnica yóquica muy especial (que ya les explicaré en otra columna)– en su mente, recorro los diversos materiales de su strata psíquica hasta llegar a un punto en donde se acurruca y muere del frío una enorme soledad.

Del otro lado de la calle, hay una casa en donde siempre decoran con infinidad de foquitos y arreglos, así como deidades polares diversas llamadas: “Snow Man”, “Santa”, “Rudolf”. Tanta luminosidad y refulgencia no se da ni en los Campos Elíseos. Espero que ningún circuito eléctrico viejo vaya a originar –accidentalmente, por supuesto– un fuego que termine con esta residencia y meticulosa parafernalia navideña…

Uno piensa que a la Navidad hay que ponerle límites. Es una fiesta que simplemente se nos fue de las manos, superestructura mutante, monstruosidad babélica. La sociedad de consumo ciertamente no lo hará por nosotros. Como en el caso de un usuario de meth que ya no pudiera parar, toca juntar a la familia y realizar una intervención, con un enfoque axiológico de amor duro, para la ingobernable Navidad. 


(Columna publicada el 22 de diciembre de 2011.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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