2012 (1)
Soy fan duro
de esa trama llamada 2012.
¿Es el 2012
mito o realidad? El 2012 es muchas cosas. Digamos que es un cluster de
perspectivas, no necesariamente alineadas, elevando una zona de atención sobre nuestra
condición actual y futura. En este cluster, encontramos perspectivas muy
delineadas y otras más bien híbridas.
Un registro de
visiones que van de lo mágico y lo profético hasta lo culturalmente asumido y
la posmodernidad en pleno… Posiciones tanto oscuras y apocalípticas como
consoladoras y arcoirisadas… Explicaciones deterministas o frontalmente
existenciales...
Y si bien hallamos
enfoques inocentes, acaso irrisorios, quizá cómicos, muy irracionales, otros en
cambio son meticulosamente racionales, brutalmente escolásticos,
acuchilladoramente penetrantes –hablo de científicos ultrapesados, geniecillos de
la teoría de sistemas, futúrologos brillantes…
De esa cuenta,
hay que entender que aparte de aquellas versiones crasas y amarillistas del
2012, hay a la par otras que son muy dignas, y personas en verdad perceptivas
reflexionando sobre este momento, y anunciando su importancia crítica.
Algunos
entienden el 2012 como un gran evento polarizador. Conjeturan que a partir de
este punto se van a acelerar notablemente las corrientes destructivas y fragmentarias
–deseo, ignorancia, agresión– pero también los movimientos de consciencia que
tienden a la construcción de una sociedad iluminada. Parte de la población se
sumergirá en esta corriente de apertura; otra parte permanecerá ciega a los
signos, esto es: a las posibilidades.
(Columna
publicada el 5 de enero de 2012.)
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