Más allá del sentido
Por estos días, es como si mi sistema biológico todo estuviera
rechazando cualquier noción de finalidad o dirección unificadora.
No estoy hablando de ese proceso, más bien ordinario, por medio del
cual la realidad se vacía de sentido. Tampoco se trata de una vulgar regresión
a un etapa existencialista. Y no he emprendido ninguna anarcocruzada para detruir
el propósito de mi vida o la de nadie, un disparate, teniendo en cuenta que la
destrucción del significado le da por demás significado a la destrucción: o sea
un perfecto e inútil círculo vicioso.
En realidad, es algo mucho más inquietante. El mecanismo
neurologizante que me hacía volver una y otra vez a crear definiciones de intención
está colapsando. ¡Y todo ello ocurre sin
mi consentimiento! En cierta forma, es como si la noción misma de linealidad
sufriera alguna clase de intervención radical. Como que me estuvieran
removiendo el apéndice o algo así. ¿Me estarán revomiendo el apéndice del
sentido?
Como sabemos, el proceso evolutivo funciona a modo de ensayo y
error. Puede que la vida haya venido explorando a través del ser humano la operatividad
de la consciencia en general, y en particular del sentido u horizonte regulador,
como un modo de autoproliferación. En cuyo caso lo que nosotros llamamos
designio o raison d´être no vendría a
ser otra cosa que una estrategia experimental en el seno de la adaptabilidad
biológica. Y ahora la vida se da cuenta que es una estrategia ampliamente
disfuncional. ¿La retirará del mercado como el CEO de una empresa de
informática retira un software que no rinde frutos?
No podríamos criticar a la vida por hacerlo. Está claro que hemos
convertido nuestro sistema de aspiraciones en un modelo compulsivo que amenaza
la vida misma. Todos nuestros relatos seculares o trascendentes sin excepción
han sido y continuarán siendo focos de fragmentación y toxicididad. Para que
sobreviva el planeta, se precisa que las fantasías de la especie humana, con
todas sus salutaciones e ideologías contradictorias y parroquiales, mueran.
(Columna publicada el 27 de octubre de 2011.)
1 comentario:
Muy interesante, no puedo dudar que alguna sorpresa nos aguarda, en alguno de los "finales" relativos de la evolución, los llamo finales por que esa palabra me hace sentir que está lejos. Por que desgastar tanto nuestras vidas como ratas de laboratorio?. Quizá el ensayo y error, utilizado por el proceso evolutivo, sería un gran problema de ética profesional si todos lo consideraramos desde tu punto de vista. Pero seguiré pensando en eso.
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