'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Overload

Así como la otra noche, que quería descansar y no podía. Simplemente no bajaba. Todo esos vectores y pensamientos, hormigueando frenéticos en las arrugas de mi neocórtex. La paradoja de estar agotado y no poder dormir. Como si me hubiera echado un pase. Excepto que no me había echado ningún pase. La simple ansiedad producida por una jornada cualquiera.  

Somos tan dependientes del estímulo y el movimiento. Y cada día nos metemos más: es el overload de los sentidos. Nuestras pretensiones de actividad y esfuerzo han aumentado radicalmente. ¿Cuántas acciones proyectamos en apenas unos segundos? Por si fuera poco, el tejido de las relaciones se ha vuelto mucho más espeso, y así cada cual se ha transformado en un consumidor voraz del otro. La carga relacional es excesiva. ¿Cuándo fue la última vez que dejé el celular en casa, deliberadamente? Y está el virus violento de la información. El timeline que nunca acaba. La mente–mono en hiperlink. Lo que no estamos captando de todo esto es cómo todos esos decorados psicológicos destruyen la inteligencia de nuestros organismos, y éstos se van sobrecalentando: los llevaremos al colapso. El hardware sencillamente no da para más. Estamos convirtiendo la crisis nerviosa en una forma modelo de cultura. Se diría que no contamos con las enzimas de atención necesarias para procesar y asimilar esta proliferante realidad. Es una mala combinación ésa de tener los sentidos en bancarrota y una mente hiperreactiva incapaz de aterrizar. Quiere decir que ha quedado enucleada nuestra capacidad de respuesta.

Por supuesto, no es cuestión de tomarse otro red bull, sino de aprender a  administrar nuestra economía energética: desaturar. La fórmula no es más dinero con más trabajo, sino más felicidad con menos esfuerzo. Es importante mudarnos de vuelta al cuerpo (aunque ello suponga deshabitar el jardín digital, y poner límites reales a las fantasías tecnológicas –cerrar una ventana del browser, en lugar de abrir otra–). Muchos de nosotros, mutantes de escritorio y laptop, somos enfermos neurales. Nos urge echar el cable a tierra.


(Columna publicada el 25 de agosto de 2011.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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