'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El dolor total

Restos de supernova M1
Emerger de la esfera privada del dolor: procesar ámbitos cada vez más expansivos y ajenos de sufrimiento. No dejar de tomar en cuenta la realidad íntima, pero sí abandonar esa obsesión malsana por el propio ombligo. Saltar así de la angustia personal a la angustia circundante. Se entiende que mi tragedia, sea cual fuere, no tiene nada de particular. Más allá de mi familia hay muchas familias en el infortunio, comunidades enteras licuadas en carestía, sin agua ni futuro, hay una ciudadanía del pesar, barrios y pueblos enteras mordidos por la enfermedad y la agresión. El país arde en un mismo grito de malestar. Es urgente. Y sin embargo la consciencia centrífuga no puede ni debe quedarse allí. A veces buscamos sentirnos exclusivos en la miseria local, municipal, nacional. Nos identificamos con la tragedia de la patria y caemos en la trampa de creer que vivimos en el peor lugar del mundo (y nos quejamos acordemente). Pero el peor lugar del mundo está en el mundo entero. Cuánta arrogancia hay en pensar que nuestro sufrimiento es… especial, que poseemos un fragmento más notable de la condición humana. Envidiamos los lugares que funcionan como un reloj suizo. Pero he allí que estos paraísos en un instante se convierten en infiernos. Sistemas colectivos supuestamente auspiciosos de pronto se abren como una flor de psicosis (vean lo ocurrido en Noruega o en Inglaterra). Partirse el lomo en un turno carnicero de una piss factory europea no puede ser así de agradable, o bien estar en paro en Barcelona con tres hijos que sustentar… Todos los seres –no solamente humanos– tenemos problemas. ¿No sufren los cerdos, no mueren los árboles, no se desintegran las galaxias? En cierto modo, el conflicto es el sustrato de la realidad manifestada, y uno puede rastrear niveles inconcebibles de fricción a nivel atómico. El dolor es un hecho universal. Puede sonar a paradoja, pero en este reconocimiento radical y compasivo del dolor total –que no excluye sino integra todas las esferas autocentradas de sufrimiento– es posible encontrar una apertura liberadora.


(Columna publicada el 18 de agosto de 2011.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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