'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Tres Cinco

Hoy cumplo 35. Hay quien dice que a esa edad se iluminó el Buda. Inspecciono mi continuo mental para ver si hay señales de que me voy a iluminar pronto y sólo alcanzo a ver grumos de mugre.

Mi año de nacimiento es el mismo del terremoto, y eso explica bastante. Nací ahorcado por el cordón umbilical. Desde entonces he procurado liberarme de los vínculos asfixiantes. Es decir que me gusta mi autonomía. Por fortuna, estoy casado con un gran mujer, que respeta mi espacio.

En mi infancia leí a Asterix, una inspiración: como se sabe, perteneció a una facción de vanguardia revolucionaria.

Siempre fui un estudiante mediocre en el colegio, pero conseguí el título. Por demás el único que tengo, pues nunca terminé la universidad. Soy así de vulgar, así de ignorante. No sé hacer nada, salvo escribir, y eso es hacer nada.

Procuré por todos los medios dejar de hacerlo –escribir– y no se pudo. Con lo cual confirmé que soy irreparable. Por otro lado, es lo que me da de comer. No me importa trabajar para empresarios si son mínimamente decentes. Nunca les autorizo a que me traten como un junior de ciencias de la comunicación: tengo al fin escritos una veintena de libros, y un millar o más de textos sueltos. No se si soy el más gangsta de este barrio literario –eso que lo diga el lector– pero me queda claro que no soy un pinche bandera.

Con todo, no vine al mundo a lamer y lamer letras. No ignoro la importancia del libro–logos: es sólo que no creo que tenga la última palabra en lo que respecta a la libertad personal o colectiva.

Estoy convencido que el mayor problema de la humanidad es el ser humano. Aunque a la vez creo que el ser humano merece compasión total, independientemente de si le gusta apilar cabezas cortadas. Creyentes clausurados y escépticos programáticos me aburren–irritan por igual (son lo mismo y no lo saben). En lo que a mí respecta, soy un budista no alineado, un budista freelance.

Por demás, he llegado al punto genial en donde me emociona lo insípido de la vida. Me siento muy orgulloso de ello: me ha costado mucho no tener una vida interesante.


(Columna publicada el 26 de mayo de 2011.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

No el más, pero sí gangsta, jaja... Y una vida no interesante? Cielos, que modestia. Me pregunto que clase de vida será la mia entonces.

Saludos,

TG

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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