'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La metafísica nacional

Podría hacer de esta columna un llamado macizo y solemne a la responsabilidad cívica. Podría decir que el hecho de que un ex presidente esté siendo juzgado mientras nos encontramos en el proceso de elegir al próximo es una oportunidad muy propicia para hacer consciencia respecto a nuestros deberes democráticos, y que tenemos el poder de enderezar el rumbo y reorientar nuestra cultura de gobierno. Pero todo eso es una gran y agotadora mamada.

Es muy seguro que el presidente –o la presidenta– que elijamos esta vez sea juzgado en el futuro por alguna clase de delito, fraude, robo o corrupción de dimensiones cósmicas. Con lo cuál se repetirá la historia que presentemente estamos viviendo, en una especie de guión cruel que volverá a darse –una y otra y otra vez– por el resto de la eternidad.

En buena lógica, casi dan ganas de sugerir –tomando en cuenta que el acusado de hoy fue el presidente del ayer, y el presidente de hoy será el acusado del mañana– que de una vez se le abra a cada uno de los presidenciales un proceso legal, en su potencialidad de delincuentes, y así nos vamos ahorrando un poco de maldito tiempo. ¿Para qué poner ocho años –incluso cuatro– de por medio?

La verdad es que ningún tribunal local llevará jamás a ningún ex presidente a prisión. Eso equivaldría a insultar nuestra circular metafísica nacional. No sólo será puesto en libertad, lo veremos reincorporarse a la vida pública, pues en este país no reciclamos la basura, salvo sí la basura política. Y permitimos una y otra vez que los mismos linajes e individuos se autoperpetúen en las poltronas amarillas de la administración. Ya sea por amor al billete, adicción al poder, o porque en su narcisismo atrabiliario se creen únicos e imprescindibles, los muy infectos, son clínicamente incapaces de practicar el desapego como virtud política. Son tan reacios a aplicar el concepto de rotación de poder como el vampiro lo es a bañarse en agua bendita.

Y todo eso da como dolor de vesícula, sólo de pensarlo.


(Columna publicada el 19 de mayo de 2011.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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