'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Del estadista

Entre los candidatos hay siempre de todo –militares, pastores, diputados, académicos, alcaldes, finqueros, empresarios– menos estadistas.

No se habla aquí de un mero dirigente o gobernante sino de una figura diez mil veces más profunda, más incómoda y mucho más estremecedora. El estadista total no es un simple funcionario, aunque se presente como tal. No es apenas un especialista o técnico. Es cierto que requiere de una formación excepcional y completamente amplia; pero toda la formación del mundo no le podrá dar esa inspiración telúrica de los grandes políticos. El estadista auténtico es poder volcánico que surge hacia el cielo. No una entelequia abstracta pero un ser humano celular abierto a los poderes brujos del cambio.

Se pinta al estadista como un piadoso con ciertas cualidades como la formación, la moral, el liderazgo, la elocuencia. Pero yo me remito a Capote, cuando dice (hablando de la escritura, es igual) que hay una diferencia entre escribir mal y escribir bien, y otra diferencia entre escribir bien y el arte verdadero. El estadista como artista verdadero. Un fragmento del genio de la historia, en donde confluyen su particular y excepcional y acolmillada individualidad con la pasión infinita de un pueblo estipulado.

Príncipe inequívoco de la realeza democrática, en él hay principio y hay personalidad, en misteriosa y chocante armonía. El estadista no debe ser perfecto al modo de los santos, porque acaso en su falta de simetría se halla toda su lucidez y brillo. El gran estadista proviene seguramente de una tragedia íntima y circular, y esa tragedia constituye el punto blando que le da un sentido de horror ante el poder absoluto y lo obliga una y otra vez a conmoverse ante la miseria humana, y a subir con desesperación a regiones visionarias, en búsqueda de una salida.


(Columna publicada el 7 de abril de 2011.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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