'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La ciudad lírica

Hay una ciudad: la ciudad habitual, que transitamos todos los días, y que no nos dice absolutamente nada. Carece de fantasía, mística, conversación y encuentro.

Se precisa migrar de la ciudad habitual a la ciudad lírica, que no siendo distinta de la primera, es completamente paralela y alógena.

¿Está ubicada la ciudad lírica sobre, debajo, adentro, o en los intersticios de la ciudad habitual?

Lo único que sabemos es que está llena de expresión y significado genésico, ungida de sentido comulgante, en estado permanente de creatividad y manifestación carnavalesca. En la costra de un muro derruido, en el gesto súbito de un lustrador, en los mil parpadeos luminosos de un centro comercial, de golpe se abre un espacio de discernimiento, una aporía sin centro, un encuentro o interregno fabuloso entre lo cifrado y lo descifrado, entre lo monolítico y subjetivo.

Es la revelación–zanate. La inspiración–poste. La teofanía–vendedor–de tarjetas–prepago.

Este lenguaje de la ciudad lírica no requiere necesariamente de palabras. Es la suya una poesía transverbal, numinosa e inmediata.

La ciudad lírica no tiene por qué ser amigable o enemiga, beata o marginal. No depende de la limpieza o suciedad para existir. No debe ser tediosa o maldita. No se ve afectada por la delincuencia o el ornato. No depende de lo moral y lo inmoral, lo sencillo o lo opulento.

¿Cómo entra uno a la ciudad lírica? Abriendo el ojo poético, pero es imposible saber si este acto poderoso es un gesto migratorio de la voluntad y el esfuerzo o el aprendizaje, o bien un instante sin tiempo de la gracia insolicitada, o si se trata de un accidente puramente neurológico, o una clase de mutación debido al smog urbano o la paranoia crónica.

Como sea, aquél que haya conseguido acceso a la ciudad lírica, puede considerarse el más afortunado de los seres.


(Columna publicada el 31 de marzo de 2011.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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