'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Teoría del insomnio

En general duermo como un bebé. Pero últimamente lo que me ha dado es insomnio. Un insomnio bravo; un insomnio de condenado a muerte.

Noches en donde el cerebro ioniza un millón de incendios dendritales. Noches sin paz ni ozono en donde brotan las más profundas humillaciones. Noches que son un atosigarse sin tregua en la cama, entre liebres hirvientes y muertas.

No hay meditación ni ejercicio de yoga que funcione. La televisión sólo irrita más la vigilia. El vaso de leche tibia es para los imbéciles.

Causas para el insomnio abundan, desde el estrés hasta el campo electromagnético de la tierra. Más inventariarlas no sirve de nada. Pensar no sirve de nada.

U.G. dice: “El pensamiento humano nace de algún defecto neurológico en el cuerpo humano”.

Opto por ponerme a trabajar. Para no perder el tiempo. Una forma de meter el día en la noche. Pero hago mal, porque el insomnio tiene un sentido cósmico: desbaratar nuestras supersticiones diurnas, nuestra vida organizada de agendas y compromisos.

Es cierto que podría leer a uno de mis aforistas favoritos. Mi creencia es que todos los grandes aforistas han sido grandes insomnes. En lo inútil de las horas nocturnas, van hallando sus perlas lúcidas. Talvez me puedan hacer compañía.

Pero la verdad es que el genuino insomne es intransferible. Raza maldita. Raza de solitarios. Alrededor del orbe, son millones y millones, y no pueden tocarse. El insomne no conoce esa piedad. Va oyendo las mitades de los ruidos que la ciudad apenas le presta. Afuera, solamente estatuas minerales de grava y meteorito, con rostros ilegibles. Si hay una tristeza, es la del insomne, que no conoce la tristeza. Allí dentro: procesos neuroquímicos, psiquismos: nada más. Morir en la angustia de la consciencia. Después del insomnio es el insomnio: pesadilla perfecta, en donde cada nunca está por siempre al revés.

Cuerpo es lo que no duerme. En la hora final, seremos juzgados por nuestro corazón, y por nuestros insomnios.


(Columna publicada el 10 de marzo de 2011.)

No hay comentarios:

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
Creative Commons License
Buscando a Syd by Maurice Echeverría is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 Guatemala License.