'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El miedo de todos

Nunca he vivido en zonas rojas.

Me habrán puesto la pistola un par de veces cerquita de la casa: no es lo mismo a vivir en un lugar en donde vas por el pan y te encuentras con una cabeza cercenada en una bolsa.

Hay una diferencia, está claro.

Y no obstante hay cierta igualdad. Consiste en que la ciudad ya no es segura por ningún lado. Digamos que el crimen pudo conseguir en buena manera lo que ningún político ni sistema de gobierno: deconstruir las jerarquías sociales, colocar a todos a un mismo nivel, el nivel básico de la sangre. En el zapping del terror, unos y otros salen chisgueteados. La violencia como madre que abraza a todos sus vástagos con una misma mirada ecuánime, horizontalizadora, democratizante. Después de todo, tiene que haber algo similar entre el dolor de la mujer a quien le han bajado a tiros a su esposo el chofer de camioneta y la mujer cuyo marido el finquero fue ametrallado saliendo del banco con la planilla. Guatemala no es Aspen, aún para los más holgados. Un extorsionario, un jardín de gatilleros, un territorio lila para los apóstoles del secuestro.

Hoy en día asaltan en lugares en donde hace un par de décadas jamás lo hubieras creído posible. Absolutamente nadie puede darse el lujo de bajar la guardia. La ciudad se ha vuelto un lugar muy existencial, una especie de ruedo romano. Así que aprendes a avanzar en ella de ciertas formas: a cruzar la calle en momentos determinados, a controlar las placas de los carros, a formular paradas estratégicas, a hundirte inteligentemente en la masa, discernir un carro polarizado entre cientos, evaluar las pausas de los semáforos, y todas esas cosas.

A veces vas en la calle, y alguien te mira a los ojos, reconoces en los suyos un gran terror: está pensando que el paranoico y el armado eres tú. Otro efecto democratizador del pánico: de golpe, cualquiera puede ser el enemigo. Y todos somos asesinos en potencia.


(Columna publicada el 3 de marzo de 2011.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Otra razón mas para concluir que la demokrazia es una mierda.
Supertramp

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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