'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Calamaro Rey

Concierto de Calamaro, este domingo. La clase de homilías que no conviene eludir. Calamaro viene conmigo desde hace mucho tiempo. Lo notable era poder destruirse a gusto mientras tu ídolo rock estaba haciendo paralelamente lo mismo. “Se acabó todo lo que había, y queda un cigarro mojado”, cantaba él, y uno lo envidiaba, porque a uno no le quedaba ni eso. Tiempo atrás nadie hubiera traído a Calamaro a Guatemala. Inclusive en el plano latinoamericano el concilio aún vacilaba y decidía si se le iba a poner al lado de Fito y Cerati y Spinetta o no. Y lo pusieron, por supuesto. Lo puso la mara, que ahora lo adora. Tengo lo mayor de su discografía, y siempre he admirado cómo saca de lo virtuoso pero también de lo torpe toda clase de poderes creativos. Por demás, un escritor de primera. Su blog es por derecho propio un evento cultural, y algunos de sus posts son impecables. Cualquiera podría decir que Calamaro es el mejor letrista en Latinoamérica sin quedar como un burro. En una época, yo estaba obsesionado con sus entrevistas, ungidas de gracia poética y política. Alguien pronto debería hacer un compilado con ellas. Su ideología es muy de mi gusto. A lo mejor porque lo es también su corazón: un corazón claro, que le permite comunicar con la multitud, pero también un corazón complejo, que le permite comunicar con los seleccionados. En Calamaro hay cultura y contracultura, solidaridad y apostasía, elegancia de élite y afecto sin niveles. Hay que ser de todos y de nadie en esta vida. Calamaro tiene una veta de ruptura pero también otra de respeto: por su público, por sus colegas, y por la tradición. De hecho, es un artista del elogio. Y por lo mismo elogiarlo resulta tan difícil. Tocará en la Ermita, en donde tocó también –y hasta el culo– Charly García. En ese toque se cayó alguna cosa en el escenario, creo recordar. Charly García dijo: ‘Que algún idiota venga a ayudarme’, y Germánico, el de La Tona, que no es idiota, pero pecó de bueno, subió a ofrecerse. Quise decir un idiota de los míos, replicó García. Uno jamás esperaría de Calamaro una actitud así de pendeja.


(Columna publicada el 28 de octubre 2010.)

No hay comentarios:

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
Creative Commons License
Buscando a Syd by Maurice Echeverría is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 Guatemala License.