'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El nuevo oscurantismo

De chavito me cacharon unas porno en el colegio. En ese tiempo, traficar con semejantes materiales era un oficio heroico. Es cierto que me agarraron, pero conseguí antes mostrar las revistas a mis compañeros de aula, quienes vieron las fotos con asombro casi teleológico.

Hoy la pornografía se ha democratizado hasta el punto en que ha perdido toda su gracia. En un segundo, estoy en un pornotube o en un youporn viendo escenas eróticas tan explícitas que incluso aburren. Se ha acabado el misterio. Se acabó el peligro.

Los filósofos enciclopedistas asumieron que la información debía darse sin reservas. Para ellos tratábase del camino obvio para salir del oscurantismo, y en una medida tenían razón. Pero no contaban con algo: el exceso de información banaliza la información. Ésta cesa en el acto de ser revolucionaria y transformadora. Al darla por sentada así desaparece. Todo conocimiento que alcanza un grado excesivo de manifestación deja de existir a los ojos del receptor, se invisibiliza. Está allí, pero es como si no estuviera. Aprendemos que la información es significativa sólo en la medida en que su descubrimiento implique un proceso y una dificultad.

En las primeras décadas del siglo pasado, personas aventureras y temerarias como Alexander David–Néel descubrían el Tíbet, y eran introducidas a prácticas maravillosas que nadie conocía en el hemisferio occidental. Prácticas por las cuáles las personas viajaban cientos de miles de kilómetros, a veces perdiendo la vida en algún sendero nevado en la mitad de la nada.  

Hoy tales prácticas están colgadas en cualquier esquina de la web. Son tan cercanas como las tetas de una gringa en springbreak. Por supuesto, es información espiritual sin poder, sin bendición. Lo cuál representa un peligro: la ilusión de tener en las manos un conocimiento real cuando a lo mejor ese conocimiento nunca ha estado más lejos. La era de los autodidactas trae consigo una soberbia, una ignorancia, una puerilidad. Es una nueva forma de oscurantismo.


(Columna publicada el 15 de julio de 2010.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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