'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El patojo y el caballo


Volví a ver en la tele esa película de Tom Hanks tan burlesca, tan sensible: Charlie Wilson´s War. La historia real de un senador que decide apoyar a los afganos en plena guerra fría. Un tiro que le salió muy por la culata. Todos sabemos que las incursiones de la CIA en Afganistán pavimentaron el 11/S.

Hay muchas cosas relevantes en esta lica, pero una muy especial es cuando el asesor de la CIA Gust Avrakotos relata la historia zen del patojo y el caballo.

Es una historia muy conocida entre nosotros los budistas. No recuerdo exactamente cómo la cuenta Phillip Seymour Hoffman –quien hace de Avrakatos en el filme– pero les improviso una versión.

A un patojo le regalan un hermoso caballo. Y el patojo refeliz, con su caballo nuevo. Y la gente diciéndole vos qué lindo caballo vos. Pero el padre del patojo no parece tan entusiasmado: “Ya veremos”, dice. Un día el caballo se le huye al patojo. “Qué metida de huevo”, exclama el patojo. Por toda respuesta, el padre expresa: “Ya veremos”. El caballo vuelve, y además con otro caballo. “Mirá qué lujo de bestia”, le comunica a su padre el patojo. Y el padre: “Ya veremos”. El patojo decide montar el nuevo corcel, y el animal lo tira al suelo, con lo cual el patojo se quiebra la pata. “La vida es una mierda”, deduce el patojo. “Ya veremos”.

Y es cuando llega el ejército a reclutar a la fuerza a todos los jóvenes del pueblo. Pero al patojo no se lo llevan. ¡Como no puede caminar...! Ésa es la historia.

Por supuesto, la historia no termina aquí. El caso Rosenberg no termina aquí. Las hordas afiebradas salieron a las calles, con una urgencia que nada bueno prometía, y a los que dijeron “ya veremos” se les acusó de antipatriotas. Hoy se están hartando varias de sus palabras, para regocijo de otros triunfalistas. Pero éstos no deberían regocijarse demasiado, pues como diría un personaje de Onetti, “a ellos también les llegará su fracaso”. Ya verán.


(Columna publicada el 28 de enero de 2010.)

2 comentarios:

Issa dijo...

Hey que excelente historia da la casualidad que la acabo de leer el el libro de: Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de oriente de Ramiro Calle y Sebastian Barrientos! Saludos!

Duffboy dijo...

La historia del zen master en la película, es una de mis partes favoritas. Increíbles los paralelismos con la situación de Rosenberg. Saludos, Maurice.

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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