'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El robo de Auschwitz


Como ustedes saben, la semana pasada robaron la famosa inscripción que aguardaba al necroturista a la entrada de Auschwitz, y que decía: “El trabajo os hará libres”.

¿Cómo es que nadie lo había hecho antes?

¿Será por razones de logística? Está claro que un operativo de esta naturaleza impone ciertos rigores de coordinación, pero tampoco tenemos por qué considerarlo un trabajo especialmente imposible. En realidad, el portavoz de la policía local dijo que para remover la señal lo único que tuvieron que hacer fue desatornillarla de un lado y arrancarla del otro. Para una banda de profesionales con visión –de la clase que ingresan a una fortaleza de la cultura y se roban una pieza cumbre de la plástica surrealista y en el acto se pasan a la Interpol por el zereguete– esto no pasa de ser algo así como robarse un marcador en un Hiperpaiz. De hecho, quienes robaron la inscripción no eran precisamente Danny Ocean y sus finos colegas, más bien un grupo de ordinarios cuatreros eslavos.

¿Será que no robaron la placa antes por falta de compradores? Seguramente existen en el mundo suficientes extravagantes coleccionistas con una avidez vampira por estos fetiches, o inclusive millonarios nazisimpatizantes –muy delgados, bigotillos pulcros y sardónicos, de esos que invierten cantidades obscenas de dinero en desislamizar a Europa– con un enorme interés en reunir estos artefactos para ponerlos luego en una recámara especial, junto a los guantes de un oficial de la SS, o las osamentas de una niña judía.

Y es aquí a donde quiero llegar. En realidad, sólo puedo pensar en una razón por la cuál no se robó este signo antes, y es porque semejante acto exige una colisión directa con la indignación total de la humanidad. No fueron los acortados 1,200 euros propuestos por la policía polaca quienes hallaron a los culpables del atraco, me parece. Fue una fuerza mucho más sensible, más poderosa, y superior.


(Columna publicada el 24 de diciembre de 2009.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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