'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Las ecomunis

Podríamos crear un género alterno de municipalidades, dedicadas por completo a establecer soluciones ecológicas. ¿Y por qué no? Las ecomunis.

Se entiende que las ecomunis funcionarían del todo aparte de las municipalidades que hoy conocemos. De hecho, mantendrían una especie de vigilancia sobre éstas.

El propósito de las ecomunis vendría a ser el de preservar la cordura ecológica. Actuarían en ciudades y pueblos –poniendo en marcha esquemas viables de interacción ambiental– pero también en zonas naturales. ¿Por qué llamarlas municipalidades, entonces? ¿No está el concepto de municipalidad vinculado estrictamente al ágora urbana?

Comprendamos que un lago, una selva, un barranco, son lugares de socialización avanzada, auténticas ciudades por derecho propio, pero no ciudades humanas de concreto y hormigón, sino biociudades, y como tales, administrables también. ¿Cómo se administra una biociudad? En primer lugar, defendiéndola, a toda costa. Es un enfoque de bastión. Pero sobre todo, no estorbando el orden natural en ella presente: un enfoque de abstinencia.

¿Quiénes estarían al frente de estas ecomunis? Hay en Guatemala personas comprometidas con la causa ecológica, brillantes, preparadas, muy intrépidas personas, y decentes, dueñas de una energía envidiable, una sensibilidad conmovedora. Que sean estas personas las encargadas de hacer que crezca la nación ecológica, fomentando el millaje ambiental, la formación y expansión de parques, y persiguiendo –junto a un equipo penetrante de abogados– a los culpables de la expoliación biosférica, resistiendo pues la amenaza, la prebenda. A la vez buscarían estimular el ecoturismo, ofrecer diseños de sostenibilidad, dar educación ecológica, no sólo a los propios empleados, sino a la comunidad toda, por medio de talleres y propuestas formidables de comunicación y dignas del siglo XXI.

(Columna publicada el 12 de noviembre de 2009.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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