Volver a casa
Durante una semanas estuve ansioso por conocer el documental ecológico Home, del francés Yann Arthus–Bertrand, y producido por Luc Besson. Por fin el viernes pasado, me hice un espacio para verlo.
Un proyecto lindo como ninguno, empezando por su espíritu desinteresado: sepan que la distribución se dio de un modo gratuito; así pues, que hay un modo muy directo de conseguirlo, en You Tube, en donde sus creadores lo han colgado, expresamente, para nosotros.
Yan Arthus–Bertrand es un fotógrafo dedicado a escanear las más insondables parcelas terrestres –landscapes imprevistos desde globos aerostáticos– que más parecen los diseños de un artista consumado: de hecho lo son, siendo tal artista la vida, la vida misma.
La vida que lleva haciendo su labor desde hace, literalmente, miles de millones de años, mezclando los más variados óleos geológicos y genéticos.
Es un lado del documental: mostrarnos los edenes vehementes de nuestro planeta.
Otro lado del documental es indicarnos cómo lo estamos haciendo todo básicamente mierda. Y para esto era necesario apelar a una perspectiva aérea, flotante. Hay algo en ello parecido a una exhumación. El director nos coloca por encima de nuestro propio ensimismamiento, y nos invita a contemplar nuestras eminentes destrucciones. El documental cumple con inventariar los tantísimos modos en que estamos rompiendo la paz ecológica. Uno de ellos siendo, por supuesto, nuestra fiebre y compulsión por conseguir las mermeladas densas de la tierra: el petróleo.
El eslogan del documental es bastante inteligente: “Es muy tarde para ser pesimistas”. A esta frase le podemos atribuir dos sentidos. El primero: ser pesimistas es un lujo que ya no podemos darnos. Y el segundo: la semilla de la consciencia ecológica está plantada, queriendo decir que ya no hay retorno: la especie abrió su ojo perfecto y carnal: una visión de angustia y éxtasis ha nacido.
(Columna publicada el 13 de agosto de 2009.)
Un proyecto lindo como ninguno, empezando por su espíritu desinteresado: sepan que la distribución se dio de un modo gratuito; así pues, que hay un modo muy directo de conseguirlo, en You Tube, en donde sus creadores lo han colgado, expresamente, para nosotros.
Yan Arthus–Bertrand es un fotógrafo dedicado a escanear las más insondables parcelas terrestres –landscapes imprevistos desde globos aerostáticos– que más parecen los diseños de un artista consumado: de hecho lo son, siendo tal artista la vida, la vida misma.
La vida que lleva haciendo su labor desde hace, literalmente, miles de millones de años, mezclando los más variados óleos geológicos y genéticos.
Es un lado del documental: mostrarnos los edenes vehementes de nuestro planeta.
Otro lado del documental es indicarnos cómo lo estamos haciendo todo básicamente mierda. Y para esto era necesario apelar a una perspectiva aérea, flotante. Hay algo en ello parecido a una exhumación. El director nos coloca por encima de nuestro propio ensimismamiento, y nos invita a contemplar nuestras eminentes destrucciones. El documental cumple con inventariar los tantísimos modos en que estamos rompiendo la paz ecológica. Uno de ellos siendo, por supuesto, nuestra fiebre y compulsión por conseguir las mermeladas densas de la tierra: el petróleo.
El eslogan del documental es bastante inteligente: “Es muy tarde para ser pesimistas”. A esta frase le podemos atribuir dos sentidos. El primero: ser pesimistas es un lujo que ya no podemos darnos. Y el segundo: la semilla de la consciencia ecológica está plantada, queriendo decir que ya no hay retorno: la especie abrió su ojo perfecto y carnal: una visión de angustia y éxtasis ha nacido.
(Columna publicada el 13 de agosto de 2009.)
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