'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La selva de cuchillas

De vez en cuando, me topo con tristes criaturas cuya vida es un perfecto caos (o no, pero ellas piensan que lo es) y que andan publicando el hecho de que se van a suicidar ya ya. ¿Es un bluff? Regularmente. Preferible de todos modos tomarlas en serio, porque ha pasado que, por no atenderlas, estas personas luego se pegan un sutil escopetazo, de noche o de día. No soy partidario de perder la elegancia por vía del sermón, pero a veces se requiere predicar, o se corre el riesgo de ser el peor imbécil o retrasado moral en toda la faz de la tierra. Con frecuencia le pregunto, al probable disidente: ¿y a vos quién exactamente te da la seguridad de que tu sufrimiento concluye con apenas rebanarte las venas? Por lo menos será otra clase de sufrimiento, responde con orgullo byroniano (se ponen bastante decimonónicos, algunos). En cuyo caso le zampo un follow up question: ¿y qué tal si se trata del mismo exacto sufrimiento, sólo que además incrementado un millón de veces? Es una pregunta que, si se hace con la entonación debida y una teatral mirada estilo Rasputín, los deja ya un poco más fluctuantes e indecisos, a estos frágiles filósofos. Lo cuál no significa que los esté manipulando para que no se suiciden: yo de veras creo en los malos viajes, y de veras creo que las cosas pueden ponerse más pesadas. Torsos semiabiertos arrastrándose en el pasillo. Motocicletas sangrando el nombre de un hijo muerto. Un palacio de dientes, con sordos músicos sacándose continuadamente los ojos. No podemos auxiliar en todos los casos a aquellos con intenciones de matarse. Si no somos profesionales, es importante que además no siempre procuremos hacerlo. Hay quienes están tan sumergidos en su sistema de sufrimiento de predilección, tan ahogados en su oscura exuberancia dendrítica, que es como querer sacar a un cordero de una selva de cuchillas... Se precisa de una intervención más delicada. En fin, no claudiquen.


(Columna publicada el 3 de septiembre de 2009.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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