El resplandor
Brisa de seconal en una playa de El Salvador. Quédese usted delante de esta brisa, ella se encargará de disolver con su blando salitre cualquier resquicio de neurosis. Así lo he hecho yo, y las lentas acumulaciones, las cóleras, las corcovadas violencias enterradas en el cuerpo se van fundiendo con el formidable calor.
Me encuentro en una ribera llamada Costa del Sol, y no hay nadie a la vista, en la vasta arena. Es posible que los salvadoreños se hayan mudado a más excitantes litorales. Los chalés están pornográficamente desiertos.
Por mi parte, me he hospedado en un hotel muy viejo –el Tesoro Beach– y soy literalmente el único huésped. Es como estar en The shining, en su versión ecuatorial. Habitaciones y habitaciones vacantes.
Cuando era chiquito, vine con mis padres a este mismísimo hotel. Con la diferencia radical de que el Tesoro Beach era entonces un lugar hormigueante.
Oh sí, recuerdo aquellos viajes de infancia… Nos íbamos en carro… San Salvador… De vez en cuando se escuchaban disparos… ¿Reales, imaginados? No lo sé... Pequeños disparos ominosos que no me podían tocar, pues yo estaba envuelto en una felicidad mullida de toalla Hilasal…
Los tiempos han cambiado. El Tesoro Beach es hoy un hotel muerto, sustituido por proyectos fabulosos en otras costas de El Salvador. El Frente Farabundo Martí es el gran favorito para las venideras elecciones (para crispación de las “catorce familias”). Es un escenario electoral completamente maniqueo –muy distinto al que hemos vivido en Guatemala, el nuestro siendo más bien atomizado y oportunista, y por supuesto, sin una izquierda representativa. La derecha guanaca proseletiza: “Vota con sabiduría”. Por otro lado, he visto al Che Guevara junto a la estampa del FMLN pintado en las paredes de algún pueblo del interior.
Me voy de vuelta a mi habitación. Caminando por el largo corredor de cuartos vacíos, no sé si soy un turista o un fantasma.
(Columna publicada el 26 de febrero de 2009.)
Me encuentro en una ribera llamada Costa del Sol, y no hay nadie a la vista, en la vasta arena. Es posible que los salvadoreños se hayan mudado a más excitantes litorales. Los chalés están pornográficamente desiertos.
Por mi parte, me he hospedado en un hotel muy viejo –el Tesoro Beach– y soy literalmente el único huésped. Es como estar en The shining, en su versión ecuatorial. Habitaciones y habitaciones vacantes.
Cuando era chiquito, vine con mis padres a este mismísimo hotel. Con la diferencia radical de que el Tesoro Beach era entonces un lugar hormigueante.
Oh sí, recuerdo aquellos viajes de infancia… Nos íbamos en carro… San Salvador… De vez en cuando se escuchaban disparos… ¿Reales, imaginados? No lo sé... Pequeños disparos ominosos que no me podían tocar, pues yo estaba envuelto en una felicidad mullida de toalla Hilasal…
Los tiempos han cambiado. El Tesoro Beach es hoy un hotel muerto, sustituido por proyectos fabulosos en otras costas de El Salvador. El Frente Farabundo Martí es el gran favorito para las venideras elecciones (para crispación de las “catorce familias”). Es un escenario electoral completamente maniqueo –muy distinto al que hemos vivido en Guatemala, el nuestro siendo más bien atomizado y oportunista, y por supuesto, sin una izquierda representativa. La derecha guanaca proseletiza: “Vota con sabiduría”. Por otro lado, he visto al Che Guevara junto a la estampa del FMLN pintado en las paredes de algún pueblo del interior.
Me voy de vuelta a mi habitación. Caminando por el largo corredor de cuartos vacíos, no sé si soy un turista o un fantasma.
(Columna publicada el 26 de febrero de 2009.)
3 comentarios:
Vaya decadencia la del lugar...
Me parece más interesante así, desocupado, sombrío, olvidado... casi tétrico. Como para perderse y no volver a la civilización en un buen rato.
mar
Publicar un comentario