'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Choferes y ayudantes

Universo moral es la calle, y ahí se salva uno o se inferniza. Hay conductores que van retranquilos, como encima de una esponjosa nube de mota, y dan paso, y sonríen, y otros que sencillamente van construyendo ciudadelas de pólipos cancerosos en alguna pared interna de su organismo, a fuerza de masacrar mentalmente a todo el mundo, y especialmente a los choferes de camioneta.

Así que si su rollo en este momento consiste en purificar una vida de improperio, biliosidad, maledicencia crónica en la retícula urbana, semafóricamente hablando, entonces yo le digo, de una vez, que no existe acción más retributiva que darle paso a un chofer de autobús.

No le nace, yo lo sé. Pero déjeme decirle que hay un karma vial, y darle vía al bus, eso es golden karma. Siempre los vemos, a los choferes, como la mugre de la mugre, y por macizos los odiamos. Pero son macizos porque nadie jamás les da vía, un círculo drogadicto.

Especialmente ahora hay que darles cariño. Por las calles los van asesinando, a la luz de la impunidad. Si Vd. desea la vanagloria de lo extremo, puede por caso elegir ser corresponsal de guerra, guachimán de narco, cuidador de gorila o chofer de bus en Guatemala.

El chofer de camioneta nunca leyó a Stevenson, pero ya recibió, de las manos de un pirata tatuado en forma de marero, la negrísima marca.

¿Cómo vamos a solidarizarnos con ellos, los hermosos, los castrados, los infinitos choferes de camioneta? ¿Cuándo caminaremos en masa, para que ellos puedan manejar tranquilos? ¿Y cuándo seremos nosotros por fin sus ayudantes, y los ayudantes de sus ayudantes? ¿O será que ya vamos tarde para el gimnasio? ¿O será que ya no le llegamos a la telenovela? Los choferes, ellos, no tienen prisa de morir. Y sin embargo tienen que salir a trabajar.


(Guatemala 12 de marzo de 2009.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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