Choferes y ayudantes
Universo moral es la calle, y ahí se salva uno o se inferniza. Hay conductores que van retranquilos, como encima de una esponjosa nube de mota, y dan paso, y sonríen, y otros que sencillamente van construyendo ciudadelas de pólipos cancerosos en alguna pared interna de su organismo, a fuerza de masacrar mentalmente a todo el mundo, y especialmente a los choferes de camioneta.
Así que si su rollo en este momento consiste en purificar una vida de improperio, biliosidad, maledicencia crónica en la retícula urbana, semafóricamente hablando, entonces yo le digo, de una vez, que no existe acción más retributiva que darle paso a un chofer de autobús.
No le nace, yo lo sé. Pero déjeme decirle que hay un karma vial, y darle vía al bus, eso es golden karma. Siempre los vemos, a los choferes, como la mugre de la mugre, y por macizos los odiamos. Pero son macizos porque nadie jamás les da vía, un círculo drogadicto.
Especialmente ahora hay que darles cariño. Por las calles los van asesinando, a la luz de la impunidad. Si Vd. desea la vanagloria de lo extremo, puede por caso elegir ser corresponsal de guerra, guachimán de narco, cuidador de gorila o chofer de bus en Guatemala.
El chofer de camioneta nunca leyó a Stevenson, pero ya recibió, de las manos de un pirata tatuado en forma de marero, la negrísima marca.
¿Cómo vamos a solidarizarnos con ellos, los hermosos, los castrados, los infinitos choferes de camioneta? ¿Cuándo caminaremos en masa, para que ellos puedan manejar tranquilos? ¿Y cuándo seremos nosotros por fin sus ayudantes, y los ayudantes de sus ayudantes? ¿O será que ya vamos tarde para el gimnasio? ¿O será que ya no le llegamos a la telenovela? Los choferes, ellos, no tienen prisa de morir. Y sin embargo tienen que salir a trabajar.
(Guatemala 12 de marzo de 2009.)
Así que si su rollo en este momento consiste en purificar una vida de improperio, biliosidad, maledicencia crónica en la retícula urbana, semafóricamente hablando, entonces yo le digo, de una vez, que no existe acción más retributiva que darle paso a un chofer de autobús.
No le nace, yo lo sé. Pero déjeme decirle que hay un karma vial, y darle vía al bus, eso es golden karma. Siempre los vemos, a los choferes, como la mugre de la mugre, y por macizos los odiamos. Pero son macizos porque nadie jamás les da vía, un círculo drogadicto.
Especialmente ahora hay que darles cariño. Por las calles los van asesinando, a la luz de la impunidad. Si Vd. desea la vanagloria de lo extremo, puede por caso elegir ser corresponsal de guerra, guachimán de narco, cuidador de gorila o chofer de bus en Guatemala.
El chofer de camioneta nunca leyó a Stevenson, pero ya recibió, de las manos de un pirata tatuado en forma de marero, la negrísima marca.
¿Cómo vamos a solidarizarnos con ellos, los hermosos, los castrados, los infinitos choferes de camioneta? ¿Cuándo caminaremos en masa, para que ellos puedan manejar tranquilos? ¿Y cuándo seremos nosotros por fin sus ayudantes, y los ayudantes de sus ayudantes? ¿O será que ya vamos tarde para el gimnasio? ¿O será que ya no le llegamos a la telenovela? Los choferes, ellos, no tienen prisa de morir. Y sin embargo tienen que salir a trabajar.
(Guatemala 12 de marzo de 2009.)
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