Peña de Oro
Qué triste ha quedado el Lago sin aquellos que se fueron. Pero más tristes nos quedamos los que nos fuimos del Lago y nos quedamos sin él.
Cosas que extrañaré del Lago:
La gata Mishmush, que se nos vino a regalar a CL6 y a mí, haciéndose en el acto dueña vitalicia de nuestros corazones. A veces, escuchaba un ruido salivoso, regurgitante; venía de debajo de la cama; levantaba el edredón y era la Mishmush, hartándose un pájaro, sangre y huesos, orgía de asesina serial.
Extrañaré mis caminatas al borde de la carretera, traspasando los mil espejos de la mañana, y saludando a decenas de corredores, siempre hay alguien corriendo en Pana, o nadando.
Extrañaré los innumerables pueblos del pueblo de Panajachel. Pana como yuxtaposición de tribus y sociedades. Es un lugar extremadamente más avanzado en términos de alteridad que la ciudad, toda fragmentada, bunkerizada.
Extrañaré los panaperros, los jucanyacanes.
Los pájaros me harán falta, y las arañas.
La vista de Cerro de Oro, que algunos juran es la inspiración de la boa–sombrero de Saint Exupéry.
Extrañaré la imagen de CL6 bajando por el senderito, rielante ella, parque ella, reinventada ella, a un millón de años luz de los empleados de la queja, ella.
Pensaré ciertamente en los compas del San Francisco, vivos cuarenta y dos años después.
Echaré de menos mis diligencias por la Santander, tan presuroso, tan amargado, tan feliz.
Los cafés, poderosos y pontificios y rehabilitadores cafés del Crossroads.
Cómo me van a hacer falta los amigos de Panajachel, los locales y los extranjeros y los extraterrestres.
Y nadar en la grave sustancia del Lago.
El fuego, el agua, el viento, la tierra azul y profética.
Y talvez, de vez en cuando, escribir algún poema, en Peña de Oro, en donde ya otro Maurice quedó enterrado.
(Columna publicada el 18 de diciembre de 2008.)
Cosas que extrañaré del Lago:
La gata Mishmush, que se nos vino a regalar a CL6 y a mí, haciéndose en el acto dueña vitalicia de nuestros corazones. A veces, escuchaba un ruido salivoso, regurgitante; venía de debajo de la cama; levantaba el edredón y era la Mishmush, hartándose un pájaro, sangre y huesos, orgía de asesina serial.
Extrañaré mis caminatas al borde de la carretera, traspasando los mil espejos de la mañana, y saludando a decenas de corredores, siempre hay alguien corriendo en Pana, o nadando.
Extrañaré los innumerables pueblos del pueblo de Panajachel. Pana como yuxtaposición de tribus y sociedades. Es un lugar extremadamente más avanzado en términos de alteridad que la ciudad, toda fragmentada, bunkerizada.
Extrañaré los panaperros, los jucanyacanes.
Los pájaros me harán falta, y las arañas.
La vista de Cerro de Oro, que algunos juran es la inspiración de la boa–sombrero de Saint Exupéry.
Extrañaré la imagen de CL6 bajando por el senderito, rielante ella, parque ella, reinventada ella, a un millón de años luz de los empleados de la queja, ella.
Pensaré ciertamente en los compas del San Francisco, vivos cuarenta y dos años después.
Echaré de menos mis diligencias por la Santander, tan presuroso, tan amargado, tan feliz.
Los cafés, poderosos y pontificios y rehabilitadores cafés del Crossroads.
Cómo me van a hacer falta los amigos de Panajachel, los locales y los extranjeros y los extraterrestres.
Y nadar en la grave sustancia del Lago.
El fuego, el agua, el viento, la tierra azul y profética.
Y talvez, de vez en cuando, escribir algún poema, en Peña de Oro, en donde ya otro Maurice quedó enterrado.
(Columna publicada el 18 de diciembre de 2008.)
4 comentarios:
Snif.
Pero quiénes son los compas del San Francisco? Te referís al Río o al club?
la acuarela roja aun espera secarse...
saltando
mucho gusto maurice
k fría estará esa agua del lago ahorita...
casi perdida hacia mi hotel/casa encontré un día una gata, (no le vi el sexo pero se veia femenina)era blanca con un cascabel... por un momento sentí me guiaba, también la extraño
mas de una año k el lago no me ve por allí...
Oh el lago. Es rojo. m.
Extraño más los matices, los colores cándidos, los ruidos a naturaleza, lo olores, la calidez interna y el frío congelante externo, el oleaje, las huellas sobre la area y esa extrañísimo destello de tranquilidad y paz que me embarga cada vez que veo hacia el horizonte.
Extraño los pequeños detalles y no el conjunto general.
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