'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El lugar sin máscaras


He visto las noticias, he externado mis opiniones, he seguido de cerca el gran delirio electoral en los Estados Unidos. Pero comprendan que eso nomás es un juego para mí –un juego de columnista, si gustan– porque en realidad yo lo que más deseo en esta vida es alejarme de todo aquello que tenga que ver con la política estadounidense, lujosa en miseria moral.

A veces, cuando pienso que El hombre unidimensional, de Marcuse, fue escrito hace casi cincuenta años, me da una tristeza que encanece. Porque todo sigue igual. Aunque no por mucho tiempo, creo yo. Pronto –muy pronto– habrá un colapso aterrador. El dólar no valdrá nada. Será otra Guerra de Secesión. Será memorable.

Muchos sienten una gran necesidad de agarrar para otro lado, de hallar otra manera de vivir, una más simple, menos vecina del consumo paranoico, su insaciable pozo bramando. Desean migrar hacia un lugar sin máscaras.

Entre las nociones que han surgido o resurgido con cierta intensidad últimamente está la de “simplicidad voluntaria”. La simplicidad voluntaria no es ascetismo; o es una visión muy realista del ascetismo tradicional. Consiste en renunciar inteligentemente a la acumulación compulsiva (no sólo material, sino también social, intelectual, espiritual) y en desechar intrépidamente lo inesencial (lo cuál implica trabajar sensiblemente menos) en pos de una existencia reveladora, ya sea artística, meditativa, filosófica, familiar, ecológica, o filantrópica, pero cuidándonos de no hacer de dicha existencia otra finca, otro patrimonio a cuidar.

No es que la “simplicidad voluntaria” aborrezca de las posesiones, ni mucho menos, pero de cierto no está al servicio de ellas, y en muchas maneras tiende hacia una frugalidad funcional que nos permita repensar radicalmente el concepto de tiempo libre. Es, si se quiere, una rajadura de monacato en el universo secular.


(Columna publicada el 6 de noviembre de 2008.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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