La mariposa y el alfiler
Lloran por la Mocosita sin querer ver lo más evidente: que esa pobre criatura fue una prisionera hasta el día de su muerte –cadena perpetua, sin derecho a apelar.
Los zoológicos son cárceles de animales, diseñados para el entretenimiento centrífugo del hombre. Usamos los animales como fuente de distracción, como consoladores emocionales, como cosas. Son nuestra comida desdeñada y los receptáculos de nuestra agresión infinita. Pálidos comodines sin voz en un mórbido juego de naipes. Los esclavizamos, explotamos, asesinamos, luego nos hacemos los cultos. La mariposa y el alfiler.
Piensan como unos idiotas los que creen que hay que poner más atención a los hombres que a los animales. En principio, proteger a los animales es proteger a los hombres (basta con ver lo que la industria cárnica representa en términos de emisión de gases invernaderos). Pero además los animales constituyen una vasta puerta de entrada a nuestra propia humanidad. Un maestro budista nos recordaba el profundo amor que tenía Hitler por sus perros (en You Tube hay un video magnífico al respecto). El poco amor que había en él, sólo era capaz de darlo a un animal. ¿No es significativo esto? Sobre todo, un animal posee un sistema nervioso: registra tanto dolor como nosotros, y eso le da ya el estatuto de ser nuestro equivalente.
Hace falta una reideologización que tome en cuenta los derechos de los animales de manera radical, y por eso a la larga seguiré simpatizando con PETA. Son esta clase de organizaciones las que me han devuelto el amor por el compromiso político. Por cierto que por estos días he tenido la oportunidad de ver I am an animal, en HBO, sobre la fundadora de PETA, Ingrid Newkirk. La considero, con todo y sus sombras, una verdadera misionera del siglo XXI. También acabo de ver y recomiendo el filme chino Fría tempestad, sobre las matanzas de antílopes tibetanos.
(Columna publicada el 31 de julio de 2008.)
Los zoológicos son cárceles de animales, diseñados para el entretenimiento centrífugo del hombre. Usamos los animales como fuente de distracción, como consoladores emocionales, como cosas. Son nuestra comida desdeñada y los receptáculos de nuestra agresión infinita. Pálidos comodines sin voz en un mórbido juego de naipes. Los esclavizamos, explotamos, asesinamos, luego nos hacemos los cultos. La mariposa y el alfiler.
Piensan como unos idiotas los que creen que hay que poner más atención a los hombres que a los animales. En principio, proteger a los animales es proteger a los hombres (basta con ver lo que la industria cárnica representa en términos de emisión de gases invernaderos). Pero además los animales constituyen una vasta puerta de entrada a nuestra propia humanidad. Un maestro budista nos recordaba el profundo amor que tenía Hitler por sus perros (en You Tube hay un video magnífico al respecto). El poco amor que había en él, sólo era capaz de darlo a un animal. ¿No es significativo esto? Sobre todo, un animal posee un sistema nervioso: registra tanto dolor como nosotros, y eso le da ya el estatuto de ser nuestro equivalente.
Hace falta una reideologización que tome en cuenta los derechos de los animales de manera radical, y por eso a la larga seguiré simpatizando con PETA. Son esta clase de organizaciones las que me han devuelto el amor por el compromiso político. Por cierto que por estos días he tenido la oportunidad de ver I am an animal, en HBO, sobre la fundadora de PETA, Ingrid Newkirk. La considero, con todo y sus sombras, una verdadera misionera del siglo XXI. También acabo de ver y recomiendo el filme chino Fría tempestad, sobre las matanzas de antílopes tibetanos.
(Columna publicada el 31 de julio de 2008.)
2 comentarios:
Tambien recomiendo observar el documental "Earthlings", muy buen documental.
esa señora de peta es una estupida mano. quieren pensar en los animales como si fueran humanos. por otro lado, completamente de acuerdo con lo que dices de los zoologicos.
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