'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Los generales oscuros

Hoy en día eso de la transmisión literaria se ha devaluado bastante, en parte porque estamos viviendo una era de desacralización –de descreimiento, de soberbia– por parte de los poetas salientes, y en parte porque ya no hay, es la verdad, Nerudas o D´Annunzios para alumbrar el camino. Los gigantes o están muertos o es como si lo estuvieran. Por fortuna, siempre habrá una excepción notable a toda regla, y la que sobre todo es preciso citar aquí es la de Gelman.

Juan Gelman sigue produciendo magisterio poético y conculcando escuela en las nuevas generaciones. En él como en nadie las potencias del lenguaje están vivas. Lo admirable es cómo Gelman siguió adelante escribiendo, a pesar que la vida –esa puta nazi– lo puso en el embudo más negro.

Pero no fue tanto la vida quien allí lo puso sino ellos, los generales oscuros de un nefando ´76 (que tienen apellidos y por las mañanas salen a correr, por orden del cardiólogo, orden inútil por demás, pues jamás tuvieron corazón). Fueron ellos quienes secuestraron a sus dos hijos y a su nuera, además embarazada. A su hijo Marcelo –digamos por favor su nombre: Marcelo– le zamparon un plomazo en la nuca y lo enviaron en un tonel con cemento al fondo de un río. A la nuera la llevaron clandestinamente a Montevideo y allí murió, imaginen cómo, y su nieta fue dada a una pareja uruguaya, a la usanza del Plan Cóndor.

Gelman entonces no sólo nos ha regalado un magisterio poético, sino además un magisterio acerca de lo humano y respecto a la dignidad y sobre la memoria. En la entrega del Premio Cervantes, este año, dijo: Hay quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas.



(Columna publicada el 22 de mayo de 2008.)

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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