'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







De las manos del escritor frustrado

Si hay algo parecido a la gloria literaria, se me pasó hace varias horas la parada. Con lo que me agencio de regalías no me alcanzaría siquiera para invitar a una cena decente a mi editora. Me encuentro frente al ordenador, tecleando y retecleando, pero con dos manos sumamente invisibles. Al principio se pusieron bastante pálidas, digamos incoloras. Perdieron el color. A la larga desaparecieron del todo. Soy eso que Handke llamaría… pero ¿para qué citar Handke, a tales alturas? Si hay alguien que no necesita ser citado (puesto que todo el mundo lo cita excesivamente) es a Handke. De plano cuando él escribe no le cuesta nada verse las propias manos. Seguro las tiene hasta chapuditas, de lo tan acreditadas. Si yo fuera un poco más envidioso (de lo que en toda evidencia soy) ya estaría buscando un machete largo como la noche, para coleccionar un buen par de manos austriacas y meterlas en la nevera, junto al helado Pops. Y es que bufar se puede. Pero en última instancia no se trata de eso. A veces se me acercan los indecisos, a preguntarme si vale tanto la pena, el viaje del escritor. Y yo les muestro las manos. Ligerito se van por donde vinieron. Mi punto exactamente: para escribir hay que saber dialogar con el desierto. Si no sabés dialogar con el desierto, entonces no te metás a esta mierda de la escritura. Ser escritor viene a ser lo mismo que exiliado polaco en Ecuador en los años cincuenta por decir algo. Y como ya dije: bufar se vale, incluso perder la fe, pero lloriquear, eso jamás. Hay tantos escritores que, miserablemente, le echan la culpa a Guatemala, porque nunca levantó vuelo su carrera. Tan congestionados, tan sobradamente frustrados están que necesitan imputar culpas a una abstracción. Frustrados estamos todos, pero nos ahorramos las bajezas. La literatura es una mujer por quien bien vale perder la cabeza. Y las manos.


(Columna publicada el 27 de marzo de 2008.)

4 comentarios:

lusifergua dijo...

Cabe preguntarse: ¿qué harían esas manos si no teclearan? Hay cosas de las que no se puede escapar. En mi caso mis manos se dedican a algo más... y de paso teclean. Pero se reduce a un asunto de necesidades, y entonces es cuando cabe preguntarme: ¿qué harían estas manos si no teclearan?

Anónimo dijo...

Buena pregunta Lusifergua que hubiese sido de Maurice si no fuese trabajador de las letras. Esto en un hipotetico mundo.

Maurice Echeverría dijo...

Hubiese sido santo, naturalmente. Lo digo completamente en serio. Por lo tanto, vivimos en el mejor de los mundos posibles. m.

Anónimo dijo...

Me da curiosidad sobre lo que pensas de handke; he anhelado leer un libro del mismo titulado: La tarde de un escritor, y no lo encuentro en ninguna parte. ¿Porque tantos lo citan y no debe ser citado?

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Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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