'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Polvo colombiano


La podemos imaginar, qué se yo, con disentería, temblando en el suelo, bregando por que no la violen, paralizada por el horror y los ataques de pánico, su voluntad –antes ferroviaria, maciza– hoy del todo deshecha, sin poder abrazar ni ser abrazada por criatura humana alguna, sin saber ya cómo es la voz de los suyos, con todo ese absurdo en el lóbulo frontal como un insecto chillante –pesadilla conradiana al servicio de un todopoderoso Jamás.

También podemos imaginar la tragedia del lado de los familiares, gólgota total, cruz multiplicada.

Una terapeuta especialista en constelaciones familiares me decía la otra vez que, en el caso de un secuestro, el secuestrador pasa a formar parte simbólicamente de la familia. Entonces visualicen a ese adicionado miembro fosco de la familia Betancourt: las FARC, desayunando con ellos, viendo tele con ellos, durmiendo con ellos, sedosa quemante oscuridad.

Pero en realidad la desdicha de Ingrid Betancourt ha cesado de ser una desdicha íntima y se ha nominalizado en la tragedia estamental de un país que lleva cuatro décadas de ensangramiento. Un reno disecado en la pared de la política interna colombiana, y ya externa también, según hemos visto en las últimas semanas (con un mono parlante llamado Chávez). Contradictoriamente, el quid sacramental del conflicto –si Ingrid Betancourt está viva o no– no tiene nada que ver con el hecho tangible de si la ex senadora perdura biológicamente o no. Con los secuestros sucede que si la víctima no se negocia o devuelve luego de una cantidad limitada de tiempo, la consciencia pública la da por muerta, aún con pruebas de que está con vida. En tanto que organismo biológico, Ingrid Betancourt ya es polvo, puro polvo colombiano, que todos snifeamos tiernamente.


(Columna publicada el 6 de diciembre de 2007.)

1 comentario:

Prado dijo...

es como el caso de esa niña inglesa que se perdió en Portugal. toda una ola de buenos propósitos y gente dadivosa que quiere ayudar. es como si en el alargamiento de estas muertes anunciadas la gente sacara lo mejor y lo peor de sí. pero al final, todos disfrutan, ese estirón del drama. como si en él fueran a entender el verdadero motivo del dolor. y del por qué deben morirse. pero todo es infructuoso. y leña para el olvido. o para hacerse los locos.

Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
Creative Commons License
Buscando a Syd by Maurice Echeverría is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 Guatemala License.