'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Crítica literaria

La otra tarde se me apareció, con qué bulla, y entre vahos violentos, el demonio.

–Ya venís a joder, vos.

–Estoy aburrido –se defendió.

Le puse, para que se entretuviera, un devedé que había comprado en la calle, o sea un devedé pirata, un devedé “me–rehúso–a–pagar–veinte–tuquis–en–blockbuster–especialmente–con–lo–mal–que–me–trató–la–otra–vez–el–dependiente–pendejo–y–además–sólo–están–las–películas–chafas–porque–las–otras–siempre–andan–alquiladas”. Uno de esos devedés.

El demonio se estableció en la cama, ocupándola toda, se puso a ver la lica. Yo me fui al cuarto de al lado, a escribir. Un artículo, para una revista, sobre elecciones, y candidatos, irónico, aceitado, empachante, como gustan.

Cuando volví al cuarto, ya estaba bien dormido, el demonio; una roncadera. En realidad, me conmovió verlo así, tibio, blando: los párpados de oro; las alas rojas; hermosas zigzagueantes barbamarillas naciéndole, prorrumpiéndole de los hoyitos de la nariz; los dientes menudos y afilados; el rostro protuberante de hueso; tres bocas; un vientre peludo; once senos; en lugar de pies, garras; un cierto temperamento aristocrático y lánguido; las cuencas de los ojos vacías; los brazos fornidos, como de camionero; una lanza enorme en una mano; una guitarra eléctrica en la otra; espada en el cincho; un ano justo en medio del pecho; y encima, adheridos al cuerpo, unos huevos como de pescado, pequeños, transparentes y glutinosos; y se me olvida: la abertura en el cuello, como si lo hubiesen degollado, y un aspecto general de perdedor.

Lo desperté.

–Ya. Hora de irse.

Se levantó, no sé si molesto. Cuando pasó al lado de la librera, notó el libro de Milton, con resignación me dijo:

–Puras muladas.

Cerré la puerta, fastidiado.


(Columna publicada el 10 de mayo de 2007.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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