'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Tsunami


Esquivar fantasmas mentales: sortear, driblar. Y esa cosa maravillosa: observar el lago de Izabal.

El paisaje ha sido cosido con el hilo demasiado sutil de la serenidad y una muy harto bella luz se ha mineralizado en el agua. Oportuna, la brisa limpia, desmiente. Los fantasmas mentales se esfuman por completo.

No he leído los periódicos, no he visto las televisiones, no he abierto los browsers. Ajeno al orden del mundo, me considero un huésped de algo grande y no espantoso.

Así permanezco, durante un par de horas. Luego me levanto, me sacudo la arena, me voy adentro, con los demás. Y entonces Adela me lo cuenta todo: el tsunami, y su espantosa estadística, el persistente conteo absurdo. No, no, no. No vine a Izabal a escuchar esto. Pero si hace un momento estaba vacío. Estaba bien.

Corro hacia afuera. Me vuelvo a sentar frente al lago, frente a las garzas haciendo contacto con el infinito, frente al delicado horizonte, frente a las partículas de luz en el agua, frente a las eventuales nubes bizantinas, los muelles en la distancia… Quiero volver a sentir lo que estaba sintiendo, hace un momento solamente, esa paz, formidable paz…

Un viento transformado se levanta con ímpetu. En lugar de apaciguarme, el lago comienza a generar ondulaciones inquietantes, y luego se aleja, inexplicablemente, de mí, sólo para volver, de pronto, con una fuerza milagrosa y oscura, y entre sus aguas, enredados, vienen los cuerpos asiáticos de miles y miles de muertos, amarillentos, peristálticos, gaseosos, hinchados, enorme charco de vísceras, depósito de organismos dislocados, y el agua se lo lleva todo, se lo lleva absolutamente todo, y por un momento, cuando el lago –que no puedo esquivar, sortear, driblar– me lleva a mí también, vuelvo a sentirme vacío, me vuelvo a sentir bien, también los demás.


(Columna publicada el 6 de enero de 2005.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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