'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Pornokultur

Toda esta historia de la película gay en la Antigua me recuerda aquella vez que fuimos con CL6 a Monterrico, y nuestros vecinos de cuarto se pusieron a rodar una película porno, no en el cuarto, sino en el corredor. Podríamos definir filosóficamente el corredor como el espacio psicosocial en dónde se cruzan, se encuentran y rechazan a perpetuidad las miradas, el espacio consensual urbano en dónde se manifiestan los límites y esperanzas del intercambio humano. Podríamos, claro. Pero serían puras mamadas. Aunque es cierto que de mamadas estamos hablando.

Sólo existe una forma de rodar una película porno: claro y pelado. Ciertos magnates de la especulación se preguntaban la semana pasada cómo habían hecho para filmar esa atrocidad en las ruinas. ¿Qué técnicas de la invisibilidad habían utilizado para penetrar esa fortaleza de la cultura, cómo habían hecho esos miserables para penetrar las sucesivas capas de pudor que se habían acumulado conventualmente a través de los siglos, cómo se atrevían a insultar nuestro “patrimonio de la humanidad”? Como si “patrimonio de la humanidad” no fuera también Dachau. Que no deja de ser otra locación interesante, por cierto, y no tardarán en hacer uso de ella. Se podría convertir en todo un género. Los consumidores pagarían cantidades estrafalarias de dinero por ver estos nutricios filmes. La “Pornokultur”. Con nombres como: “Dos sementales en el Taj Majal”, “Cumshots en la Casa Blanca”, “Devóramela en el Louvre”.

Pues así. Nuestros vecinos de cuarto en Monterrico hicieron gala de independencia de criterios en el corredor del hotel. No era ni siquiera un mal hotel. Era un buen hotel. Un hotel de cinco estrellas. De cinco estrellas porno, esto es.


(Columna publicada el 23 de febrero de 2006.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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