'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







El mejor trabajo del mundo

Enciende un cigarro. Pone tercera. El automóvil avanza por la avenida, bajo la luz inmutable de los postes serenos. El aire de la noche, ya mezclado con el olor fosforescente del tabaco, suministra un susurro agradable. Sin lugar a dudas, se siente bien: el suyo es por mucho el mejor trabajo del mundo.

No tiene ningún problema con trabajar de noche, manejando. En estas últimas semanas, ha tenido la oportunidad de cruzarse con todo tipo de rostros. Recuerda sonriendo el rostro particular de un hondureño, hace dos noches. Tenía una expresión muy cómica, a decir verdad.

Sobre todo, le gusta esa sensación de estar a solas con la ciudad, sin el tráfico diurno avocando insultos, malos gestos, demoras infinitas. La ciudad por las noches posee una cierta magia, en cambio, esa arcana atmósfera de bolero, ese no sé tú pero yo, formidable cualidad: la nostalgia. Casi no hay nadie en las calles, salvo unos últimos milicianos, hundidos en otra paranoia. Y los taxis, por supuesto. Los taxis. Y a veces las patrullas. Pero las patrullas… Es como si no existieran.

Vuelve a recordar al hondureño. Otra vez ríe para sus adentros. ¿Y qué hay de los salvadoreños de la semana pasada? Ellos también tenían expresiones cómicas. Por supuesto, los más cómicos de todos son los locales, los guatemaltecos.

Conoce muy bien la ciudad. Los lugares más remotos. Los lugares más oscuros. No tiene miedo de ir a esos lugares: creció en uno de ellos. Lugares polvorientos, con ríos de aguas negras aceitosas confluyendo en rezos líquidos de carácter decadente.

No, no cambiaría su trabajo por nada. Lo llevaría a cabo incluso sin cobrar, deportivamente. Cada noche, un pájaro fanático lo guía a su destino.

Enciende el segundo cigarro de la noche. En el baúl del carro, hay dos cuerpos, ambos tatuados.


(Columna publicada el 16 de febrero de 2006.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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