'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







La llamada telefónica

En el banco.

La señorita –taxativa, corporativa, profesional, hierática– atiende a los clientes con frío virtuosismo, y puede decirse: casi con desdén. Llena formularios, teclea, manipula realidades financieras. Es como una divinidad india: mil brazos eficaces. Pues bien: uno de esos mil brazos suyos se alarga para recoger el auricular del teléfono, que está sonando.

Parálisis. Shock. Pánico. La señorita, que unos segundos daba muestras de un autodominio absoluto, ahora está cambiando de color, su rostro se descompone, parece que se está quedando sin aire. ¿Qué ha pasado? ¿Qué noticia terrible le han comunicado por el auricular?

Incluso se ha levantado de su asiento. “Es él, es él”, repite una y otra vez –mantra circular, letanía inefable. Su colega le pregunta, ya preocupada: “¿Quién? ¿Pero de quién estás hablando?”. Y la otra responde finalmente, luego de un tremendo esfuerzo físico, incluso moral:

–Es él. Es Arjona.

Lo equivalente a decir una encantación. Los márgenes de la realidad a partir de este momento empiezan a difuminarse, a tornarse inciertos. Hay un emborronamiento general, una aceleración impredecible de los hechos y las circunstancias. Un viento caliente circula por todo el banco, lacerante... Las mujeres (y luego los hombres, nerviosos) ya están como sudando. No saben qué hacer. Se desabotonan las camisas. Sus ojos se vuelven blancos. Están hablando en lenguas. Palpitan en el suelo, como epilépticos.

El caos. Es increíble: los empleados del banco se pelean por coger el auricular y hablar con Arjona, que ha llamado de México, o de dónde diablos sea, para hacer una transacción bancaria. ¡Se están asesinando...!

Al final, sólo quedan cuerpos y cuerpos. En el auricular se escucha una voz, como de extranjero:

–Alo. ¿Sí? Bueno. ¿Hay alguien allí…?


(Columna publicada el 9 de febrero de 2006.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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