Máquina contestadora
Nuevo año y luego de un viaje singular, extenuante, es preciso caer en la realidad, siendo ésta: dos amigos con cáncer; uno desaparecido; otra muerta; un accidentado; y presidente nuevo. Ya no más mixiones o delirios para mí.
El año es nuevo, el presidente también, pero ninguno de los dos augura promesas de gloria. No se me acuse de escéptico, de aprensivo. Mientras no exista un mínimo criterio de continuidad de gobierno a gobierno, ninguna elección será lo bastante esperanzadora como para andar confiado por la vida.
CL6 dice que la política en Guatemala es como una película de bajo presupuesto. Yo agregaría: con perdón de las películas de bajo presupuesto. Dan como ganas de salir corriendo.
Momento: no saltar, a secas, a la calle, te pueden atropellar, y lo que es más: te quieren atropellar. Quizá lo único viable es considerar una sutil, alquímica transición entre la fantasía y la situación: escuchar la máquina contestadora.
En “estos tiempos de dolorosa literatura”, la expresión es de Balzac (también eran sus tiempos), los mensajes de la máquina contestadora son catalogables en cuatro especies: beatos, expeditivos, malignos, raros. Los beatos son los que han puesto allí los amigos, que todavía lo quieren a uno, aunque ni ellos saben muy bien por qué. Los expeditivos son asuntos de negocio y de cotidianidad. Los malignos causan llana cólera. Por último están los raros que por informes y por raros al fin degeneran en pavor dentro de uno. Escuchar la máquina contestadora es prepararse a las incertidumbres del mundo.
Es que reintegrarse a la realidad nunca ha sido cosa fácil. No soy ni superhombre ni presidente. Nunca seré presidente, no sé cómo la gente se mete a presidente, para ser presidente hay que ser superhombre, y yo, que soy arrogante, nunca me permitiría tal arrogancia.
(Columna publicada el 27 de enero de 2004.)
El año es nuevo, el presidente también, pero ninguno de los dos augura promesas de gloria. No se me acuse de escéptico, de aprensivo. Mientras no exista un mínimo criterio de continuidad de gobierno a gobierno, ninguna elección será lo bastante esperanzadora como para andar confiado por la vida.
CL6 dice que la política en Guatemala es como una película de bajo presupuesto. Yo agregaría: con perdón de las películas de bajo presupuesto. Dan como ganas de salir corriendo.
Momento: no saltar, a secas, a la calle, te pueden atropellar, y lo que es más: te quieren atropellar. Quizá lo único viable es considerar una sutil, alquímica transición entre la fantasía y la situación: escuchar la máquina contestadora.
En “estos tiempos de dolorosa literatura”, la expresión es de Balzac (también eran sus tiempos), los mensajes de la máquina contestadora son catalogables en cuatro especies: beatos, expeditivos, malignos, raros. Los beatos son los que han puesto allí los amigos, que todavía lo quieren a uno, aunque ni ellos saben muy bien por qué. Los expeditivos son asuntos de negocio y de cotidianidad. Los malignos causan llana cólera. Por último están los raros que por informes y por raros al fin degeneran en pavor dentro de uno. Escuchar la máquina contestadora es prepararse a las incertidumbres del mundo.
Es que reintegrarse a la realidad nunca ha sido cosa fácil. No soy ni superhombre ni presidente. Nunca seré presidente, no sé cómo la gente se mete a presidente, para ser presidente hay que ser superhombre, y yo, que soy arrogante, nunca me permitiría tal arrogancia.
(Columna publicada el 27 de enero de 2004.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario