'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Mixiones (XII)

Domingo. El domingo es un día que ha siempre ha tenido un significado que le es muy particular, desde niño hacia acá. En mi infancia yo leía justo al levantarme, todavía en cama. Almorzaba en almuerzos insoportables con mis padres. Eran domingos entonces rupestres y solitarios, que me daban siempre la sensación irrevocable de que la belleza y lo sublime estaban en otro lado.

Nociones para una enfermedad bastante impositiva. La enfermedad se desplaza en mi psique, trashumante; como un pájaro de sombra, si el hábitat se ha vuelto hostil, emigra, pero sabe –lo sabe, tiene conciencia propia– que ningún hábitat es más hostil que lo que ella misma es y promete. Es de su interés devorarlo todo, no dejar virgen ninguna parte de mi alma. Si se le ataca por un lado, aparece por otro; es su simple, primario interés manifestarse. Escoge los lados débiles, y sin embargo no: los lados fuertes, amurallados, también son preferencia. Pues frustrar es placer. Nunca muere. Se adapta al territorio, lo readapta después, a su antojo. Cómo hunde sus colmillos obsesivos, cuánta sangre ya suya, motivada, doméstica en su encanto cruel, aprisionada en su lujuria. Su mayor aliada es una idea fija, es cualquier idea que no cambia, cualquier propósito paulatinamente maniático.

El secreto. Uno encuentra una forma de escribir, y comienza el miedo: ¿y si pierdo esta forma de escribir?, ¿y si no encuentro otra forma de escribir? Y uno usa relativamente muy poco esta forma de escribir tan nueva y efectiva, para no gastarla. Pero precisamente, lo que hay que hacer es abalanzarse, atropellar, adentro con todo en esta nueva forma de escribir. En el agotamiento de esta forma de escribir están las demás formas de escribir.


(Columna publicada el 8 de enero de 2004.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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