Los peligros de la magia
Del candidato a la Presidencia: ¿está apelando a los bajos instintos de los electores o en cambio a lo más noble que hay en ellos: su patrimonio democrático? ¿Les está diciendo a éstos qué es lo que hay que hacer, o por el contrario se muestra a sí mismo como un canal receptor de la voluntad pública? ¿Hay rasgos de mesianismo en sus palabras? ¿Está llamando a la división maniquea o a la unidad? ¿Nos está enemistando con alguien –secreta o explícitamente– o bien hay una sensación de apertura? ¿Su campaña está asentada en un tono o en un programa? Si es así, ¿se trata de un programa equilibrado? Y una pregunta que lo dice todo pero nadie toma en cuenta: ¿es su campaña creativa o inerte?
Tomemos por caso a Otto Pérez Molina quien, a la luz de este cuestionario, sale muy mal parado. Ya lo he dicho antes: Otto Pérez Molina está creando en su campaña la atmósfera que pretende erradicar. Genera votos apoyándose en el miedo y en la ansiedad. Es una forma muy oscura de operar. En el terreno de la magia (¿y qué es la magia sino una secuencia tecnológica de recaudación de poder?) sería ésta una invocación muy peligrosa: usar la fuerza pretendidamente antagonista para realizar la propia. En un momento, las fronteras se pierden… Quienes creen en la “mano dura” como en una especie de fórmula milagrosa para sanar el sistema, deus ex machina, no saben los instabilidades con las cuáles están coqueteando –un reflujo catastrófico de dimensiones imprevistas. No es mano dura lo que urge: es genio para gobernar. Por demás, entiéndaseme bien, el genio no excluye de ningún modo la fuerza –pero la fuerza, ésta sí, constriñe, y a menudo pisotea, el genio. ¿Es genial Otto Pérez Molina?
(Columna publicada el 25 de enero de 2007.)
Tomemos por caso a Otto Pérez Molina quien, a la luz de este cuestionario, sale muy mal parado. Ya lo he dicho antes: Otto Pérez Molina está creando en su campaña la atmósfera que pretende erradicar. Genera votos apoyándose en el miedo y en la ansiedad. Es una forma muy oscura de operar. En el terreno de la magia (¿y qué es la magia sino una secuencia tecnológica de recaudación de poder?) sería ésta una invocación muy peligrosa: usar la fuerza pretendidamente antagonista para realizar la propia. En un momento, las fronteras se pierden… Quienes creen en la “mano dura” como en una especie de fórmula milagrosa para sanar el sistema, deus ex machina, no saben los instabilidades con las cuáles están coqueteando –un reflujo catastrófico de dimensiones imprevistas. No es mano dura lo que urge: es genio para gobernar. Por demás, entiéndaseme bien, el genio no excluye de ningún modo la fuerza –pero la fuerza, ésta sí, constriñe, y a menudo pisotea, el genio. ¿Es genial Otto Pérez Molina?
(Columna publicada el 25 de enero de 2007.)
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