'Buscando a Syd'... El reto ha sido buscar lo poético en lo profano y lo eterno en lo breve, siendo lo breve una columna medio extraviada en la penúltima, y quien llega a la penúltima, ya se sabe, llega allí con las manos sucias, luego de haber manoseado el diario entero, neurótico de actualidad y maldiciendo. El escritor de penúltimas sabe que una vez cerrado el periódico, jamás será abierto de nuevo, y por eso se juega el todo por el todo. Sirva, pues, cada uno de estos textos como prefacio al olvido… Es lo que soy... Un escritor de relámpagos… Maurice Echeverría







Geometrías


Los hay que aseguran que la vida es lineal, Fibonacci, zigzagueante, caótica, en fin. A lo mejor el propósito de la vida es agotar todas las formas, extinguir la suma de las posibilidades geométricas. Cuando ello ocurra, entonces…

Entonces nada. O mejor dicho: entonces la nada, que, como se sabe, es la forma pura, la forma en estado de emancipación.

Pero entretanto, seguiremos lidiando con dibujos que brotan sin cansancio del soporte del ser, estimulando los vectores migratorios de los pájaros, el lamento de los océanos, el último guión de Grey´s Anatomy, el cáncer que se está hartando vivo a alguien querido.

Por supuesto, una de las formas más simples que adjudicamos a la existencia es la del círculo. Circular, por ejemplo, es que Daniel Ortega vuelva a ser presidente en Nicaragua.

El círculo es un gen geométrico sin mácula; en él unos han querido leer a Dios
–de la misma forma que otros leen su propia homosexualidad (o la ajena) en un test Roscharch– y para otros no es más que el signo de la locura.

También hubo toda esa infatuación por el cubo, el siglo pasado. Por fortuna eso ya pasó. Hace unos días renté un filme sobre Modigliani. En un momento, Modigliani le pregunta a Picasso, en tono de sorna: “¿Cómo se le hace el amor a un cubo?”. Y en efecto: ¿cómo?

En realidad es muy difícil para nosotros identificarnos con las viejas utopías geométricas. En reacción a tales incordios esenciales, los hubo que se metieron a generar lienzos locos, buscando darle autonomía de representación al desorden, al azar. Pero esos tanteos parecían ser, en sí mismos, repetitivos, simétricos.

Ahora estamos en la era de los fractales. A veces, después de verlos por horas, pareciera como que estuvieran a punto de mostrarnos la llave del universo...

Pero eso no es por fuerza –por forma– cierto.


(Columna publicada el 1 de febrero de 2006.)

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Mi foto
Maurice Echeverría (1976) nació en la ciudad de Guatemala. Ha publicado el libro de cuentos "Sala de espera" (Magna Terra, Guatemala, 2001) y "Por lo menos" (Santillana, Punto de Lectura, Guatemala, 2013). Los libros de poesía "Encierro y divagación en tres espacios y un anexo" (Editorial X, 2001) y "Los falsos millonarios" (Catafixia, 2010). Ha publicado la nouvelle "Labios" (Magna Terra, Guatemala, 2003), así como la novela "Diccionario Esotérico" (Norma, Guatemala, 2006). Maurice Echeverría ha colaborado en medios locales como Siglo XXI, El Periódico o Plaza Pública. Algunos de sus textos periodísticos son encontrables en el blog "Las páginas vulgares" (http://www.laspaginasvulgares.blogspot.com/). Como columnista, trabajó activamente para el diario El Quetzalteco, por medio de su columna "La Cueva" (reseñas de cine) y su columna editorial "Los Tarados". Desde el 2002 mantiene su columna "Buscando a Syd", en el diario El Periódico.
 
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