Los Panaperros
Reservo esta columna para los perros. Para los perros de Panajachel, los Panaperros.
Hoy no me interesa el turista de sajona cubierta, lívido de tanto asombro ecológico; ni el recurrente artista en ciernes que ha ido a Pana a buscar inspiración o droga; ni tampoco me interesa el habitual clochard metafísico de la Santander (con imaginación, podría pensarse que es un renunciante, un hombre espiritual); ni me interesa la señoraza indígena mostrándome explosivos tejidos de colores, con expresión en cambio completamente descolorida; tampoco los típicos trashumantes sudamericanos que venden fabulosas baratijas... No, no... Me interesan los perros hoy...
Tengo una teoría: que los perros de Sololá son seres humanos que decidieron adoptar la forma de perro; entendieron que en el lago es más fácil ser perro que humano, es decir. Por ello, después del desastre de Panabaj, se incrementó notablemente la cantidad de canes, como se sabe…
Son tantos: imposible no verlos. Son los verdaderos ciudadanos de Pana. ¿Se puede decir por ello que Pana es amigable con sus chuchos? No del todo. Y si no miren a ese señor, ya quitándose el inconfundible cincho de cuero, persiguiendo al pobre animal por la calleja polvorienta. Pero a pesar de los tratos a veces brutales, los chuchos van siempre moviendo la cola, optimistas, lazarillos, sintiéndose más chuchos que nunca, buscando bocado, hociqueando, pues. Los Panaperros viven por completo en hambre presente, hic et nunc, no se preocupan por futilidades y filosofías... Han hecho una alianza duradera con su ducto intestinal...
Cuando todos hayan muerto en Pana, quedarán vivos los perros, miembros de una raza superior y eterna. Los Panaperros.
(Columna publicada el 26 de octubre de 2006.)
Hoy no me interesa el turista de sajona cubierta, lívido de tanto asombro ecológico; ni el recurrente artista en ciernes que ha ido a Pana a buscar inspiración o droga; ni tampoco me interesa el habitual clochard metafísico de la Santander (con imaginación, podría pensarse que es un renunciante, un hombre espiritual); ni me interesa la señoraza indígena mostrándome explosivos tejidos de colores, con expresión en cambio completamente descolorida; tampoco los típicos trashumantes sudamericanos que venden fabulosas baratijas... No, no... Me interesan los perros hoy...
Tengo una teoría: que los perros de Sololá son seres humanos que decidieron adoptar la forma de perro; entendieron que en el lago es más fácil ser perro que humano, es decir. Por ello, después del desastre de Panabaj, se incrementó notablemente la cantidad de canes, como se sabe…
Son tantos: imposible no verlos. Son los verdaderos ciudadanos de Pana. ¿Se puede decir por ello que Pana es amigable con sus chuchos? No del todo. Y si no miren a ese señor, ya quitándose el inconfundible cincho de cuero, persiguiendo al pobre animal por la calleja polvorienta. Pero a pesar de los tratos a veces brutales, los chuchos van siempre moviendo la cola, optimistas, lazarillos, sintiéndose más chuchos que nunca, buscando bocado, hociqueando, pues. Los Panaperros viven por completo en hambre presente, hic et nunc, no se preocupan por futilidades y filosofías... Han hecho una alianza duradera con su ducto intestinal...
Cuando todos hayan muerto en Pana, quedarán vivos los perros, miembros de una raza superior y eterna. Los Panaperros.
(Columna publicada el 26 de octubre de 2006.)
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